Lectura: El príncipe
Hablamos de: tratado
Autor: Nicolás Maquiavelo
País: Italia
Trama: un observador social habla a Lorenzo II de Médici sobre sus teorías políticas luego de años de tratar con diferentes monarcas y nobles. Busca un perdón del duque por la acusación de traición que se le hace: a modo de regalo, le entrega como consejo el resultado de su admiración sobre cómo llevar al pueblo gobernado a la paz, basándose en el correcto manejo del ejército, la
población, las fortalezas, el carácter y el principado mismo.
¿Qué nos dice?
Nos enseña que la mentalidad humana siempre ha estado viciada por poder, y que para conseguir lo que deseamos de las personas necesitamos usar una estrategia en la cual juguemos más inteligentemente que ellos. Como en un juego de ajedrez. Mucho de lo que él recomienda aún se ve en nuestra sociedad, a pesar de que han pasado más de 500 años y ya no nos guiamos por monarquías.
Maquiavelo fue un genio de la percepción política y social, y nos enseña a tratar diferentes tipos de personas y circunstancias, para salir vencedores sin que se note que estamos utilizando un plan perfectamente trabajado.
Temas que trata: política, monarquía, religión, milicia, poder, orgullo, inteligencia, estrategia, nobleza, sociedad, defectos y virtudes, trabajo en equipo, observación, agradecimiento, historia.
Dificultad de lectura: medio. Hay que tener cierto conocimiento del contexto histórico para entender los conceptos manejados. En general utiliza un lenguaje bastante simple, pero hay que recordar que hablamos de la Edad Media y de que sus prioridades y conceptos morales eran muy distintos a los nuestros.
¿Qué se rescata?
¡Todo! Es un libro de cabecera. Maneja con especial cuidado, diplomacia y brillantez los defectos de la sociedad como arma para conseguir lo que se desea, además de adentrarnos en nuestras propias debilidades. Nos enseña a observar el entorno, dejar de cometer errores pasados, y trabajar en un futuro de éxito duradero. Creo que todos deben leerlo en edad escolar.
Es un libro que aconseja cómo construir el triunfo y cómo mantenerlo, uno de los trabajos más difíciles para la sociedad moderna, que cada vez se fija menos en esos pequeños detalles que pueden enseñarnos mucho.
¿Qué se pierde?
Es muy corto. Todos sus años de trabajo podrían haber hecho una obra más extensa, pero la calidad es tan profunda, que se entiende que "de lo bueno, poco".
¿Qué sensación me deja?
¡Me ha encantado! Me hace reflexionar aún más sobre mi entorno, mi comportamiento y el de las personas a mi lado. Muchos de sus
pensamientos yo ya los había tenido desde hace algunos años, así que pude perfeccionarlos y encontrarles una justificación. ¡Sin duda será uno de mis favoritos!
Personajes para recordar.
Es un tratado, por lo cual sólo se habla en primera persona sobre las observaciones históricas del comportamiento de la realeza, no hay personajes como si se tratara de un relato, pero de quienes menciona sus aciertos y errores como ejemplificación de sus palabras, se mencionarán en el posdata de esta reseña.
Retacitos para el librero.
Porque así como aquellos que dibujan un paisaje se colocan en el llano para apreciar mejor los montes y los lugares altos, y para apreciar mejor el llano escalan los montes, así para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe, y para conocer la de los príncipes hay que pertenecer al pueblo.
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Ha de notarse, pues, que a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos,
porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la
ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse.
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Sucede lo que los médicos dicen del tísico: que al principio su mal es difícil de conocer, pero fácil de curar, mientras que, con el transcurso del tiempo, al no haber sido conocido ni atajado, se vuelve fácil de conocer, pero difícil de curar. Así pasa en las cosas del Estado: los males que nacen en él, cuando se los descubre a tiempo, lo que sólo es dado al hombre sagaz, se los cura pronto;
pero ya no tienen remedio cuando, por no haberlos advertido, se los deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve.
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De lo cual se infiere una regla general que rara vez o nunca falla: que el que
ayuda a otro a hacerse poderoso causa su propia ruina. Porque es natural que el
que se ha vuelto poderoso recele de la misma astucia o de la misma fuerza
gracias a las cuales se lo ha ayudado.
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Pero cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo
un príncipe, y por la extinción de éste y su linaje queda vacante el gobierno, como por un lado los habitantes están habituados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno de entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar las armas contra el invasor, un príncipe puede fácilmente conquistarlas y retenerlas. En las repúblicas, en cambio, hay más vida, más odio, más ansias de venganza. El recuerdo de su antigua libertad no les concede, no puede concederles un solo momento de reposo. Hasta tal punto que el mejor camino es destruirlas o radicarse en ellas.
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Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en imitar las acciones de los demás. Y aunque no es posible seguir
exactamente el mismo camino ni alcanzar la perfección del modelo, todo hombre prudente debe entrar en el camino seguido por los grandes e imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque; y hacer como los arqueros experimentados, que, cuando tienen que dar en blanco muy lejano, y dado que conocen el alcance de su arma, apuntan por sobre él, no para llegar a tanta altura, sino para acertar donde se lo proponían con la ayuda de mira tan elevada.
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El que menos ha confiado en el azar es siempre el que más tiempo se ha conservado en su conquista.
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Pues se engaña quien cree que entre personas eminentes los beneficios nuevos hacen olvidar las ofensas antiguas.
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Porque las ofensas deben inferirse de una sola vez para que, durando menos, hieran menos; mientras que los beneficios deben proporcionarse poco a poco, a fin de que se saboreen mejor. Y, sobre todas las cosas, un príncipe vivirá con sus súbditos de manera tal, que ningún acontecimiento, favorable o adverso, lo haga variar; pues la necesidad que se presenta en los tiempos difíciles y que no se ha previsto, tú no puedes remediarla; y el bien que tú hagas ahora de nada sirve ni nadie te lo agradece, porque se considera hecho a la fuerza.
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tú debes servirte en especial de aquellos que son de buen criterio, porque en la prosperidad te honrarán y en la adversidad no son de temer, pero cuando no se unen sino por cálculo y por ambición, es señal de que piensan más en sí mismos que en ti, y de ellos se debe cuidar el príncipe y temerles como si se
tratase de enemigos declarados, porque esperarán la adversidad para contribuir a tu ruina.
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En fin, sucede siempre que las armas ajenas o se caen de los hombros del
príncipe, o le pesan, o le oprimen.
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Y los hombres tienen menos cuidado en ofender a uno que se haga amar que a uno que se haga temer; porque el amor es un vínculo de gratitud que los hombres, perversos por naturaleza, rompen cada vez que pueden beneficiarse; pero el temor es miedo al castigo que no se pierde nunca.
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Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar.
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Pues los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos, porque todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser, mas pocos saben lo que eres.
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Pues no hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la verdad; y resulta que, cuando todos pueden decir la verdad, faltan al respeto. Por lo tanto, un príncipe prudente debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombres de buen juicio de su Estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas. Pero debe interrogarlos sobre todos los tópicos, escuchar sus opiniones con paciencia y después resolver por sí y a su albedrío.
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No debernos dejarnos caer por el simple hecho de creer que habrá alguien que nos recoja. Porque no lo hay; y si lo hay y acude, no es para salvación nuestra, dado que la defensa ha sido indigna y no ha dependido de nosotros. Y las únicas defensas buenas, seguras y durables son las que dependen de uno mismo y de sus virtudes.
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Sin embargo, considero que es preferible ser impetuoso y no cauto, porque la fortuna es mujer y se hace preciso, si se la quiere tener sumisa, golpearla y zaherirla. Y se ve que se deja dominar por éstos antes que por los que actúan con tibieza. Y, como mujer, es amiga de los jóvenes, porque son menos prudentes y más fogosos y se imponen con más audacia.
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Contigo aprendí:
Palabras aprendidas con esta lectura:
1.- adolecer
Sufrir cierto defecto, carencia o vicio / Padecer una enfermedad.
2.- allanar
Aplanar una superficie / Quitar los obstáculos de un camino.
3.- disensión
Falta de acuerdo entre dos o más personas o falta de aceptación de una situación, una decisión o una opinión.
4.- egregio
Que es ilustre, conocido por haber hecho algo importante o sobresalir en alguna actividad.
5.- inasequible
Que es imposible de alcanzar o de conseguir / Que no se deja dominar por algo, en especial por un sentimiento negativo.
6.- inobservancia
Falta de cumplimiento de una norma o una orden.
7.- irresoluto
Indeciso / Que no ha sido resuelto.
8.- libérrimo
Superlativo de libre.
9.- molicie
Blandura de una cosa o de una materia / Comodidad y regalo moralmente excesivos en la manera de vivir.
10.- obstar
Ser [una cosa] impedimento o dificultad para otra.
11.- paladín
Caballero que en la guerra se distinguía por sus hazañas valientes y nobles / Persona que defiende esforzadamente una causa noble.
12.- prodigalidad
Profusión o abundancia de algo.
13.- reputar
Considerar que alguien o algo es determinada cosa / Sentir aprecio por determinada cosa.
14.- sojuzgar
Someter con violencia. (Sinónimo de "subyugar").
Ficha técnica.
Año: 1532
Género: tratado de política
[ C o m p e n di-and O]
* Los principados pueden ser hereditarios, nuevos o mixtos.
Francisco Sforza fue un ejemplo de principado nuevo, en Milán, al que adquirió luego de una vida como militar en la que demostró ampliamente sus capacidades. La gente le quiso, pues apoyó la actividad cultural. Realizó un sistema de recaudación de impuestos que dejó al Estado con los bolsillos llenos, pero siempre prefirió sus venas mercenarias sobre los estratagemas que debía llevar a cabo, lo que terminó siendo su perdición.
Luis XII de Francia fue un ejemplo de principado hereditario mixto, ya que obtuvo el poder a la muerte de su primo, no siendo él el principal sucesor de la dinastía. Quiso rebelarse contra la reina Ana y participa en la "Guerra loca", en la que cae prisionero y, al salir libre, trata de conquistar Milán y termina detenido por Ludovico Sforza.
* Los principados mixtos pueden tener el mismo lenguaje del conquistador, o no. Al tenerlo, se facilita la conquista y la permanencia del poder, pues sólo hay que respetar sus leyes y cuidar que el pueblo no se sienta alejado de su sistema, que les da confianza.
Al tener un principado con lengua y costumbres diferentes, lo más factible es que el nuevo emperador se mude y les conozca, además de así poder conocer de inicio las posibles rebeliones y atacarlas cuando aún hay tiempo.
* Las colonias son importantes, ya que resultan baratas de mantener para el Estado, y logran que los habitantes humildes cedan ante el miedo de perder sus propiedades, que es lo que más atesoran.
* El príncipe debe escuchar las demandas de su pueblo, y no dejar que un extranjero les prometa cambios, pues si es más poderoso que el soberano, la gente se le aliará y se formará un enemigo peligroso.
* La ocupación militar no es una buena estrategia. Resulta costosa e incómoda, además de ser un gasto innecesario en tiempos de paz.
* A los hombres se les debe conquistar o eliminar. Si se les conquista, hay que cuidar que la ofensa que se les hace sea tan fuerte que doblegue la posibilidad de venganza. Luis XII no hizo caso a este consejo, y cuando se hizo amigo de sus enemigos para ganar la mayor parte de Italia, su ambición lo cegó, y apoyando al Papa Alejandro VI por la ocupación de Romaña, empezó a perderlos, pues apartó la mirada a defender Italia. No se dio cuenta que le dio más poder a la Iglesia, lo que sobrevino en él, perdiéndolo todo.
* Los nobles son parte esencial de la conquista de un pueblo. El príncipe debe tenerlos de su lado, son semillas de discordia y pueden influenciar al pueblo, además que es imposible eliminarlos a todos, pues generalmente son varias familias y han sido beneficiadas con poder.
* Los Estados que fueron libres antes de ser conquistados, deben someterse con un grupo de gobernantes elegidos entre el pueblo, gente de su gente, que les haga sentir que aún toman decisiones y le deben el favor de ello a su príncipe: se les da un poco de poder a cambio de tener a todo el pueblo favorecido, ya que la gente que fue libre siempre añorará su libertad y la buscará, mientras que los estados sublevados a la monarquía crecerán obedeciendo al sistema que ya conocen.
* Existen los príncipes que llegan al poder por su virtud. Moisés dio esperanza a miles de personas que estaban cansadas de la esclavitud y la humillación. Que Dios le hable les da esperanzas de recuperar su país. Estas oportunidades deben ser tomadas, pues ayudan al príncipe a ser un buen gobernante, según su ética y moral.
* Más importante que las armas es el don de palabra, hacer que el pueblo crea en tu palabra y siga tu causa. Un príncipe que mantiene la esperanza y fe tiene más éxito que aquel que esté bien armado. Una vez que se deja de creer en el gobernante, se pierde el favor del pueblo y se busca su destitución. Fray Jerónimo Savonarola perdió a toda Florencia cuando dejaron de creer en sus
profecías, y fueron sus mismos fieles los que lo llevaron al sacrificio, presas del mismo miedo que él les infundió.
* Hay príncipes que obtienen el poder por favor de un rey: generalmente su reinado no dura, ya que depende de tener a un rey y a sus necesidades cubiertas, lo cual limita la libertad para gobernar a su antojo.
César Borgia obtuvo todos sus favores de su padre, el pontífice Alejandro VI, pero a su muerte la caída le fue inevitable, pues confió en los mercenarios y tuvo temor de que le ganara el tiempo, así que exterminó tanto, que creó miedo y rebeldía en el pueblo.
* Existen los príncipes que se hacen de poder a causa de violencia. El rey de siracusa Agátocles siempre fue violento, eliminó con su alto mando militar a todo su Senado, y se hizo de Italia con tanto temor, que el pueblo jamás pensó en ofenderle. Este hecho lo convierte en un hombre que no puede ser ilustre, pues no se ganó correctamente el amor de su gente.
Oliverotto da Fermo fue un condotiero huérfano que logra, prometiendo con buena fe la eliminación de la pobreza en su comunidad, que los altos bandos le crean y le abran las puertas de la política. En esta cena, mata a sus superiores y se hace de poder, pero poco le dura la traición, pues es eliminado por César Borgia, quien lo conoce porque fue señor de Fermo durante el papado de su
padre. Fue estrangulado junto con su amigo Vitellozzo, quien le enseñó a ser un criminal.
* La crueldad debe usarse con moderación y sólo cuando es estrictamente necesaria. Un poco de violencia calmará las mareas, pero estar con cuchillo en mano todo el tiempo crea desconfianza, rebeliones y caída.
* Tratar con clemencia y respeto al pueblo genera un reinado de paz y amor, donde los súbditos no dudarán en luchar por la causa de su rey. Nabis de Esparta fue un príncipe muy querido gracias a este consejo.
* Para mantener un principado, hay que tener un ejército sólido, evitar los combates en campo abierto, y cuidar las provisiones tanto para tiempos de paz como para tiempos de guerra.
* En tiempos de guerra, si el príncipe sale a pelear con su gente, crea un lazo más fuerte con ellos, ya que se sienten protegidos y valorados por su monarca, aumentando su ánimo durante el conflicto bélico.
* Existen los principados eclesiásticos, donde un clérigo gobierna. No conoce estrategia militar ni diplomática, pero juega con el temor a Dios, así que no hay fuerzas que quieran atacarlo, logrando conservarse en el poder sin mayor esfuerzo. El Papa Alejandro VI logró obtener bienes para sí mismo y su familia, derrocó algunas familias nobles de amplia tradición, y salió a flote de las
rebeliones bélicas gracias a su astucia en el trato y su manejo del poder que le otorgaba la fe católica, sumamente poderosa en esos tiempos. JUlio II siguió su ejemplo enriqueciendo la iglesia, adquiriendo Bolonia, expulsando a los franceses de Italia y arruinando los planes de Venecia.
* Las tropas que defienden un principado pueden ser auxiliares, mercenarios, propias o mixtas. Los dos primeros son inútiles, ya que los mercenarios no sienten temor por su amo, sólo buscan el dinero y no se dejan manejar, se rigen por sus propias leyes y huyen cuando los conflictos avanzan.
Las tropas auxiliares no son recomendables, ya que siguen a su rey y no al rey a quien les mandaron a apoyar: si pierden, la furia se irá contra el pueblo. Si ganan, le deberán el favor de su éxito por mucho tiempo, logrando esclavizarse ellos mismos por el favor recibido en una cuestión de honor.
El éxito llega cuando los ejércitos son propios, pues se les ordena, son fieles y fuertes y el pueblo los respeta.
* Florencia nombró a Paolo Vitelli capitán de sus fuerzas, pero era un condotiero infiel. Conquistó Pisa y se dieron cuenta que era peligroso. Pensaron que, de irse con los enemigos, causaría un mal irremediable, así que se decidió que debían matarle y evitar las represalias.
* Filipo II de Macedonia hizo una excelente tropa propia y triunfó en su reinado. Su trabajo debe considerase un ejemplo.
* El príncipe debe saber del uso de armas. Francisco Sforza sabía de guerra y armas y mantuvo el respeto de su ejército, quienes admiraban la gallardía con la que peleaba a su lado. El respeto es vital para la obediencia.
* Las tropas deben ser ilustradas con la historia de las guerras, además de la práctica del manejo de armas. No sirve de nada tener un ejército bien entrenado, si no recibe educación cultural que le permita crear estratagemas al momento de pelear, entendiendo los aciertos y errores de monarcas importantes de otros tiempos. El príncipe debe cultivar las mentes de su milicia. Deben conocer la manera de luchar en diferentes climas y escenarios, además de sentirse escuchados por su gobernante.
Filopémenes (233-183 a.C.), fue un lider griego que llevaba a su ejército a diferentes zonas: montañas, terrenos áridos, climas tropicales, pantanos, etc. Les preguntaba cómo sería si en ese momento les atacaran. Aconsejaba estrategias, pero escuchaba con atención lo que proponían, y de esta manera siempre los mantenía entrenados en el arte de la guerra, preparados para ataques sorpresivos.
* El príncipe debe elegir ser tacaño, ya que al guardar sus propios recursos para tiempos austeros ayuda a que su pueblo salga a flote en emergencias. Puede que oprima un poco, pero a la larga ayudará a que su gente no sufra hambre en tiempos difíciles.
* Un príncipe debe ser más temido que amado. El amor puede traicionarse por beneficio propio, pero el temor llama al castigo, lo que genera sumisión.
* Un pueblo satisfecho no conspira contra su gobernante, y le defiende. Aníbal Bentivoglio fue príncipe de Bolinia, y cuando fue asesinado por los Canneschi, su gente se levantó en armas para aniquilar a dicha familia, logrando vengar a su buen monarca.
* Francia creó el Parlamento como una tercera fuerza que mediara entre la monarquía y la nobleza. Se convirtió en el árbitro que buscaba mayor satisfacción de todas las partes que conforman un reino.
Pertinax, emperador romano, no duró en el poder porque no consiguió el amor de sus soldados, y por ende tampoco el de su pueblo.
* Los débiles se unirán siempre al enemigo de su monarca, ya que al no poder vencerlos por sí mismos, quieren ser parte de su destrucción.
* Las fortalezas funcionan cuando se tiene como enemigo al pueblo, pues los ejércitos pueden entrar en ellas, pero cuando el pueblo defiende a su monarca, evitará que éstas sean derribadas. Cuando el pueblo quiere la destrucción de su príncipe, ayudará a los nobles que les prometan lealtad a entrar a las fortalezas y terminar el trabajo.
* Cuando dos reinos vecinos se declaran la guerra, el príncipe debe tomar preferencia por alguno de ellos, nunca permanecer neutral.
* Las alianzas con otros Estados deben ser por emergencia, y no planearse en tiempos de paz. No se sabe cuán convenientes serán, así que lo mejor es mantenerse alejado de los problemas ajenos.
* El ministro que elija el gobernante debe ser alguien prudente, que piense en su príncipe y no en su propio beneficio, y cuando hace bien su trabajo debe ser recompensado con títulos y riquezas: se le mantiene contento, y se gana la paz.
* El príncipe debe ser muy inteligente al momento de evitar a los aduladores. Debe mostrar a su gente que tienen la libertad de decir la verdad, pero se debe cuidar a quiénes se les permite interferir en los temas de gobierno, ya que un mal consejo dado a un gobernante con carácter débil, puede causarle la ruina.
* El príncipe debe ser impetuoso y tomar las oportunidades cuando lleguen, ya que puede que sólo sucedan una sola vez. No debe tener miedo a los riesgos, siempre y cuando sean calculados. Un monarca que se arriesga gana liderazgo entre sus súbditos.
*Detalles Q-riosos*
* Maquiavelo escribió esta obra mientras estaba encarcelado en San Casciano, acusado de traición a los Médici.
* Las teorías políticas de Maquiavelo fueron mal vistas en sus tiempos, encontrando rivales como Pedro de Ribadeneyra o Claudio Clemente, quienes buscaban formas de que no fueran estudiadas.
* El término "maquiavelismo" se sigue utilizando como sinónimo de los actos lucrativos realizados por la sociedad.
El autor nos habla:
https://www.youtube.com/watch?v=DUZOP5TTwoA documental sobre el autor.
Escribe...
Nicolás Maquiavelo nació en Florencia, Italia, el 3 de mayo de 1469. Fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor de gran fama en el Renacimiento italiano.
Su vida podría ser dividida en tres periodos; cada uno de ellos representa en sí mismo la historia de Florencia. Su juventud coincidió con la grandeza de Florencia como potencia italiana, bajo el mandato de Lorenzo de Médici, El
Magnífico. La caída de los Médici en Florencia ocurrió en 1494, el mismo año en el que Maquiavelo se integraba en el servicio público. Durante su carrera como funcionario, Florencia fue libre bajo el gobierno de una república, la cual
duró hasta 1512, cuando los Médici regresaron al poder, y Maquiavelo perdió su puesto. Los Médici gobernaron Florencia desde 1512 hasta 1527, cuando fueron nuevamente retirados del poder. Este fue el período de actividad literaria de
Maquiavelo, y también de su creciente influencia; sin embargo, murió a semanas de la expulsión de los Médici, el 21 de junio de 1527, a los cincuenta y ocho años, sin haber recuperado su cargo.
Aunque se tienen pocos registros de la juventud de Maquiavelo, la Florencia de aquellos días era tan bien conocida que es fácil imaginar el ambiente en el que el joven ciudadano se desenvolvía. Florencia era una ciudad con dos corrientes
opuestas, una representada por el austero Girolamo Savonarola y la otra por Lorenzo, amante del esplendor, quien le representó una gran influencia.
En el segundo periodo de su vida sirvió en el servicio militar Libre de Florencia, la cual pasó de la expulsión de los Médici en 1494 cuando Maquiavelo tenía 25 años, y duró hasta el regreso de los Médici en 1512. Después de servir
cuatro años en una oficina pública como secretario, fue nombrado canciller y secretario de la Segunda Cancillería.
Tomó un rol importante en los asuntos de la República, habiendo quedado sus decretos, sus registros y sus despachos para guiarnos, así como sus propios escritos. Pese a que tuvo posiciones altas en el panorama público y político, él
las evitaba ya que aceptaba cualquier tipo de trabajo a cambio de poco sueldo.
Maquiavelo extrajo la moraleja: «es mejor ganar la confianza de la gente que confiar en la fuerza». Será un concepto muy importante para Maquiavelo, y es señalado en muchas formas como de vital importancia para aquellos que quieran ostentar el poder.
En 1500 fue enviado a Francia para convencer a Luis XII la conveniencia de continuar la guerra contra Pisa.
La vida pública de Maquiavelo estuvo enmarcada en sucesos surgidos por la ambición del Papa Alejandro VI y de su hijo, César Borgia, el duque Valentino; ambos personajes ocupan un gran espacio en El príncipe. César Borgia también era un gran humanista y contrató a Leonardo Da Vinci para que le realizara varias pinturas. En diversas ocasiones, Maquiavelo
coincidió con Leonardo, manteniendo con él largas conversaciones.
A la muerte de Alejandro VI, en 1503, Maquiavelo fue enviado a observar la elección del sucesor, y ahí se da cuenta de las maniobras de César Borgia para forzar la elección de Giuliano Delle Rovere (el Papa Julio II), que era uno de los
cardenales que más temía al duque. Maquiavelo, al comentar esta elección, dice: que aquel que piense que los favores harán que los grandes personajes olviden ofensas pasadas se engaña a sí mismo. Y así, Julio II no descansó hasta ver a César en la ruina.
Precisamente fue con Julio II con el que Maquiavelo cumplió su encargo en 1506, al mismo tiempo que el pontífice comenzaba su cruzada en contra de Bolonia; una campaña que resultó ser solo una más de sus exitosas aventuras, gracias a su carácter impetuoso.
En 1507 lo destinaron a Alemania como diplomático para parlamentar con el emperador Maximiliano I sobre las medidas expansionistas que quería adoptar dicho emperador. Maximiliano, sorprendido por la inteligencia y elocuencia de
Maquiavelo, fue convencido a no invadir territorios italianos y menos Florencia. Sobre los alemanes, Maquiavelo dijo: son una grandísima fuerza militar, pero tienen y tendrán una política muy débil.
El emperador Maximiliano fue uno de los hombres más interesantes de la época, y su carácter había sido moldeado por múltiples manos; pero Maquiavelo revela el secreto de las constantes fallas del emperador cuando lo describe como un
hombre retraído, sin fuerza de carácter y sin los arrestos necesarios para llevar a cabo sus planes o insistir en el cumplimiento de sus deseos.
Los demás años de Maquiavelo en el servicio público transcurrieron alrededor de los eventos surgidos a partir de la Liga de Cambrai, formada en 1508 entre las tres grandes potencias europeas y el Papa, con el objeto de destruir a la
República Veneciana. Después de la batalla de Agnadello, Venecia perdió en un día todo lo ganado en ochocientos años.
La consecuente caída de la república provocó el despido de Maquiavelo del servicio público y el fin de su carrera como oficial.
Al regreso de los Médici, Maquiavelo, quien había mantenido esperanzas de retener su puesto bajo el mandato de los nuevos amos de Florencia, fue despedido por decreto. Fue apresado y torturado al pertenecer a una conspiración contra los tiranos Médici, junto con su amigo Giovanni Battaini y 20 personas más. El nuevo pontífice León X medió para liberarlo y Maquiavelo se retiró a su pequeña propiedad en San Casciano in Val di Pesa, a unos quince kilómetros de Florencia. Aquí malvive talando un bosque de su propiedad junto con unos obreros contratados y sobrevive con este pesado trabajo. También se dedicaba a la agricultura y a la ganadería y convivía con los obreros, con ellos comía, jugaba y hablaba, para sentirse vivo. Sus amigos de la ciudad le dan la espalda. Pero aunque son los peores años de su vida, Maquiavelo tiene en las noches su espacio para la libertad y el bienestar. Leía a Dante, a Petrarca y a Ovidio y fue entonces cuando empieza a dedicarse en cuerpo y alma a la literatura. Logró escribir ocho libros, la mayoría con una prosa ágil y clara, entre 1513 y 1525.
Llegó a dar una réplica de El príncipe a los Médicis, pero estos lo despreciaron. Maquiavelo escribe su segunda obra de más importancia en su bibliografía llamada Discursos de la primera década de Tito Livio, donde muestra Nicolás
Maquiavelo su verdadera visión política, describiendo como mejor forma de gobierno una república y no una monarquía absoluta. Luego realiza Discurso sobre el Arte de la Guerra y su comedia La mandrágora. Pese a ser años de penuria en donde su mente sufría, Maquiavelo sacó lo mejor de su talento.
Recibió la amnistía en 1521, a los 52 años, pero poco después fue acusado falsamente de estar involucrado en un golpe de estado contra los Médici. Fue torturado y apresado poco tiempo y, una vez libre, recibió un encargo: liberar a unos trabajadores del gremio de la lana que habían sido secuestrados por un grupo de malhechores. Maquiavelo logró que los liberaran y el gremio, en agradecimiento, recibió una buena cantidad de dinero. Compró un billete de lotería, que fue premiado con 20.000 ducados y con los que pudo saldar algunas deudas.
Empezó a trabajar en la academia humanista de Bernardo Rucellai, traduciendo la obra griega de Polibio y gracias a ello recogió muchas ideas sobre el gobierno de una república. El nuevo Papa Clemente VII, un Médici, le acercó a la
política de nuevo, encargándole una obra sobre la historia de Florencia por 120 florines. Por ello, Maquiavelo fue acusado de ser partidario de los Médici, curiosamente la misma familia contra la que supuestamente había conspirado
antaño.
Nicolás Maquiavelo murió en 1527, a los 58 años, olvidado e ignorado por sus contemporáneos. Su legado tuvo más éxito en siglos posteriores que en la época en la que vivió, donde la fría y poco religiosa forma de presentar el gobierno del estado causó gran escándalo. Siempre defendió la colectividad frente a la individualidad y nunca olvidó la cruenta y única verdad sobre la política y los gobernantes.
Se considera a Maquiavelo como uno de los teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre camino a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración social.
Maquiavelo fue además un auténtico precursor del trabajo de los analistas políticos y columnistas de nuestros días.
En la literatura, Maquiavelo ha sido personaje de obras de política representando el cinismo y el realismo, oponiéndose al pensamiento jurídico de Montesquieu.
[*Gracias a Wikipedia por este resumen de la vida del autor*]
Obra representativa:
El príncipe (1532).
"La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad".
Lee conmigo en:
http://www.hacienda.go.cr/centro/datos/Libro/El%20Principe-Nicol%C3%A1s_Maquiavelo%5B1%5D-libro.pdf
[PosData]
En La Vida Real:
Agathocles [361-289 a.C.]
Alejandro VI [1431-1503]
César Borgia [1475-1507]
Filipo II [382-336 a.C.]
Francisco Sforza [1401-1466]
Giovani y Aníbal Bentivoglio
Girolamo Savonarola [1452-1498]
Julio II [1443-1513]
Luis XII de Francia [1462-1515]
Moisés
Nabis de Esparta [230-192 a.C.]
Oliverotto da Fermo [1475-1502]
Paolo Vitello [1461-1499]
Pertinax [126-193]
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