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[La madre] Triple pack: ahorro, tareas, actividad

Tengo algunas contactas mamás que se la pasan en la posteadera de esos artículos de cuanta página de maternidad encuentran, y pues algunos títulos me parecen interesantes y me doy la vuelta...
Justo leía uno sobre "ya por favor, ponle tareas domésticas a tus hijos, que no crezcan machotes labregones como sus padres y abuelos", y me hizo voltear a ver a mijo de cinco años (que actúa como de siete y físicamente parece de cuatro), y pensar en lo mucho que me quejo de mi vida "porque-de-niña-me-faltó-que-esto-que-el-otro". Entonces me puse a leerlo y encontré verdad en que ya es tiempo de intentarlo.
El artículo habla de dos vertientes que me parecen importantes: los quehaceres domésticos, y el ahorro de dinero. También le agregué el darle un propósito a su pequeño día a día, porque es bien sabido que para ser felices debemos tener la triada algo qué hacer, algo qué esperar y alguien a quién amar.
Esto me hace feliz en muchos sentidos, porque mi mamá nunca me puso a recoger ni un trapo, y yo llegué al feliz amasiato sabiendo hacer huevo revuelto y cereal. Claro que no quiero que mijo se vaya de la casa, solo o acompañado, a los veinte o a los cien, y no sepa ni ponerse a calentar el agua para el café. Porque va de salida de esas generaciones machistas en las que se crearon hombres inútiles que ¡ay, pobrecitos! La mujer le tiene que escoger hasta los calzones, porque ellos no saben. Me niego a criar a otro chico que espere que una chica le haga todo, porque su santa madre lo trató como rey.
¡No, muchachas! ¡Eduquen niños fuertes e independientes desde el principio!
A mí me parecía cruel poner a mijo a hacer quehaceres. Luego vino mamá, y le encantó ayudarla a barrer y trapear. Y ahí me dije "es verdad, los niños te hablan, te dicen las cosas para las que están listos".
El texto decía que les enseñemos a ahorrar porque es importante. Porque ya nadie lo hace. Porque esta, nuestra generación, le entra tupido al consumismo, y no juntamos ni la morralla para el pasaje.
Yo siempre recuerdo con cariño a mi primo, "ese-que-todos-tenemos-de-nuestra-edad", que tenía un bote enorme como de leche en polvo, hasta el queque de monedas de todos los tamaños y colores. Y yo lo veía y pensaba "¿como pa qué chingados?" Jaja, pero ESA cultura fue justamente la que hizo que ahora que los dos tenemos treintaytantos, él siempre tenga su colchoncito para cuando se enferma, o viaja, o le quiere dar algo a sus papás. Yo nomás ahorraba para completar los cigarros y sale bye.
Y bueno, el plus es que a los niños les re encanta todo esto de los papelitos de colores, las listas de tareas, la juntada de puntos, el ver los números cambiar, y todas esas simplezas que de adulto aburren (aunque a mí no, yo sigo amando hacer listas y estadísticas de cosas que a nadie le importan, Y POR ESO seré una gran secretaria cuando crezca).
Bueno, ya es mucha introducción...
Hace unas semanas, comprando la nueva generación de artefactos del hogar, vimos esta chulada en Bed, bath & Beyond (y fue nuestra primera visita, por cierto):




Uno de esos artículos que venden por la TV y que aparecen mágicamente en el supermercado.
Está lindo porque es un bote de buen tamaño, y va diciendo en su contador electrónico el total de ahorros que vamos juntando. También podemos sumarle o restarle monedas, o reiniciarlo cuando nos quedamos sin ahorros.





Pero ¿cómo iba a estrenarlo?
Durante un tiempo (aunque estaba más peque, debo aclarar), le estuvimos dando a mijo UN PESO por cada vez que juntaba sus carritos del suelo (y evitaba dolorosas heridas en los pies de sus padres), pero pronto perdió el interés, y pareció no encontrarle sentido al "domingo". Así que, entre sus pocas obediencias con la recogida, y los domingos dadivosos de los abuelos, el chamaco juntó unos 70 pesos, que luego usó para hot wheels y gasolina...
Me di cuenta que debía llamar su atención con otra cosa. Y entonces comencé con el famoso "cuadro de responsabilidades", que también es so recomendado en varios de esos artículos para mamás.



Me hice unas estrellas súper cutes con un foami arcoiris, y le iba colgando una a una según las tareas que hiciera. Vi páginas en las que hacían tablas hasta con 10 tareas, y yo pensando "madre mía, pobre niño, ¿cuándo lo dejan tirarse al sofá a ver TV y meterse a su caja de la nada?" Así que pensé en hacer unas sencillas, básicas. 
Pos el nene se aburrió.
Empezó a negociarme: "te cambio juntar juguetes por nadar bien", "en vez de comer bien mira, ya tendí la cama", "quiero una nueva para jugar con agua", y barbaries así.
Cabe aclarar que cuando las juntaba todas, se le daba un premio en el super. La mayoría de las veces era un hot wheels, hasta que se hizo de más de 150 y se aburrió de coleccionarlos. Ahora quiere pistas, pistas y más pistas, y un premio de $20 pasó a un premio de $80 ¡y luego ni siquiera juntaba todas las estrellas! (Ahí el papá metió el desorden, diciendo que "le compensaba una si hacía tal o cual cosa rapidita").
Bueno, el pizarrón entró medianamente en desuso.

Pero llegó la iluminación.

Pensé en unir la pizarra con el bote de ahorros, ya que otro consejo del artículo inicial era "págale por pequeñas tareas". Entonces hice esto:


Pensé en todas las tareas que hago, pero en versión mini:
Tender la cama le representa, en realidad, sólo jalar sus sábanas hasta la almohada, ya que queda semi tendida cuando se acuesta (no estamos en un lugar frío que requiera que nos hagamos panquecitos horneados de canela en la cama).
Poner la mesa y recoger los platos es lo más bara bara, porque sólo le pido SUS platos (y ni come, qué se hace).
Lavar los platos implica poner una pequeña batea con agua y otra con jabón, y que él con su banquito se trepe a su mesita, y los vaya lavando a su ritmo y a su tamaño. Y claro, yo lavo una hora de trastes y a él le dejaré unos cinco, tampoco se trata de abusar. (El agua es muy relajante, y la lavada es un asunto de coordinación, así que hasta de spa lúdico le está sirviendo).
La barrida y trapeada son de pequeños cuadrantes, no de toda la casa, y con escobas y mechudos peques, de esos que venden en el mercado (y que cosa curiosa, TODA NIÑA TIENE, junto con su comal y su metate y no se qué madres).
Poner la ropa a lavar es tan simple como subirse a su banquito y arrojarla al vacío de la lavadora. Yo acciono todo y la cuelgo (lo cual es el verdadero trabajo, jaja).
Doblar y guardar su ropa ES DE LAS TAREAS CARAS porque asu, ¡cómo cuesta!
(Claro que aprender desde ahora a doblar y organizar espacios en cajones, es algo que me agradecerá cuando tenga una novia con un plan ES-PE-CÍ-FI-CO para hacerlo, como yo, que tuve un ex que me traumó porque nunca le doblé las camisas como esperaba).
Cocinar implica tareas acorde a sus manitas y destrezas: lavar verduras, ponerlas a desinfectar, partir huevos, colar la salsa de la sopa, medir cantidades, darle vueltas a la cacerola, blah blah. Aunque a mí me pusieran a picar verduras desde el kinder, pero ay, si sale a la madre, vamos a estar yendo a urgencias cada día por cortaduras, y no valdrán esos tres tristes pesos...
Ayudar a su papi a lavar el auto es otra de esas tareas de macho alfa lomo plateado que es imperdible en su infancia y relación macho cabrío-cabrito. POR ESO ES DE LAS CARAS.
Y claro que encontré la forma de dar su segundo aire al pizarrón de tareas: "si me llenas las estrellas de la semana...¡el pago extra es de diez pesotes!" Es el pago más caro, porque es la recompensa soñada a buscar...y que le implica doble trabajo de tareas.
Ay Dios, ahora veo por qué solamente las mujeres podemos parir.


Cada día va a poner sus numeritos de papel sobre su tabla, y el sábado se sumará lo conseguido para dar paso a vociferar a los cuatro vientos lo que su arduo trabajo logró.
Redobles.
La tarifa máxima es de $65 a la semana.
Le daré $65 de semanada (en vez de mesada) a mi hijo de 5 años por hacer quehaceres, asearse, trabajar en clase y comer bien.
Tal vez pareciera mucho, pero él quiere ahorrar para una pista de un metro que cuesta mil pesos.

1000/65=15.3/4=3.8

En teoría, tardaría 4 meses haciendo toda tarea cual esclavo, para comprar su pista con sus propios esfuerzos y el sudor de su pequeña frente.

...Yo creo que se va a aburrir antes, PERO!!!!!

1) Él podrá hacer las tareas que quiera al día: si no hace nada, no suma dinero. Vaya, que no lo tendré con gas pimienta persiguiéndole por la casa. Algunas son del diario, otras terciadas, unas solo una vez, y pues él decidirá (de todos modos, su madre trabaja en eso y no cobra, jaja).
2) Él podrá gastar cuando quiera (porque otro de los objetivos de enseñarle a ganar su dinero, es enseñarle a gastarlo: puedes quemarte todo en una sentada, o esperar con ansias y obtener algo más grande). Yo no le diré que no se compre un chicle de bola en vez de un play station, pero sí le haré ver las posibilidades. Libre albedrío, como en la Biblia.
3) Él podrá gastar en lo que quiera. En el artículo decía que le divida las ganancias en fun, caridad y ahorro, pero me considero moralmente poco preparada para enseñarle sobre caridad, así que esperaré a que sea más grande y (los dos) lo entienda(mos) mejor.
4) El tiempo que dure, será divertido para ambos.

Este tipo de ejercicios cumplen con doble función, ya que no solamente le enseñan a los niños a ser responsables y autosuficientes (QUE ES TU OBLIGACIÓN COMO MADRE HACERLES ENTENDER, digo, si quieres que valgan la pena para el mundo podrido en el que crecerán), sino que nos dan un respiro de cinco minutos cuando sabemos que ellos harán aunqueseaunaminimaparte de lo que (al menos a mí) me harta hacer.
Pero claro, yo crecí sin mover ni un dedo, y por eso se me hacen nudos en el cerebro cada vez que tengo una montaña de pendientes en casa.
Todos ganamos chicas: los chicos aprenden y se divierten, nosotras enseñamos y descansamos, y el mundo amanece como un lugar mejor.

Esto es todo por ahora, madres del mundo. Ya les contaré cómo reacciona mijo a las primeras semanas de ahorro (y lo que decide comprar con ello). No creo que sea un ramo de rosas para mí pero... podría meterle la idea, ¡jaja!






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