Lectura: viaje en autobús
Hablamos de: novela
Autor: Josep Pla
País: España
Trama: un hombre viaja en autobús por varios pueblos de España, recopilando sus impresiones tanto del paisaje, como de la gente con la que se encuentra.
[¿A QUÉ PÚBLICO SE LE RECOMIENDA ESTA LECTURA?]
Adultos, principalmente. Puede ser un poco confusa de entender para un joven, pues se ubica en un tiempo ya muy lejano para ellos (los 40's).
¿Qué nos dice?
He de confesar que estuve a punto de abandonar la lectura. Encontré muchas trabas con lo local que es: modismos españoles de los 40's, bastante complejos para mí, además que el autor parece estar en contra de la población, en contra de las tradiciones, en contra de los cambios del mundo. Es opuesto a las historias donde el personaje principal se adapta, incluso llegaba a enojarme con su insistencia con la fatalidad, pero decidí terminarlo porque encontré que no era odio el que sentía, sino rechazo a un nuevo mundo que ya no comprendía, que se alejaba de todos sus recuerdos y tradiciones. El autor piensa encontrar el mundo siempre igual, esperándolo para que le cuente cómo le ha ido en años, y se topa con una sociedad distinta a la que no entiende, en la que no encaja, y que ya no le obedece. Es parte de envejecer y darte cuenta que tu lugar en el mundo va cambiando, y eso nos sucede a todos.
Temas que trata: viaje, carretera, juventud, campesinos, usos y costumbres, posguerra, naturaleza, literatura, filosofía, comparaciones con el pasado, música, soledad, lucha de clases, esfuerzo, valor, tradiciones, crecimiento personal, conservadurismo.
Dificultad de lectura: alto. Debes adentrarte mucho en la época y las tradiciones españolas, o al menos intentarlo. Yo me detuve varias veces a goglear significados, y con ello se pierde un poco la continuidad de la lectura.
¿Qué se rescata?
Las bellas descripciones del paisaje y la fauna, y su uso en los diferentes pueblos.
Lo sociable que es Pla, y sus ganas de poner una sonrisa en el rostro de sus vecinos.
El retrato de indiferencia y desconfianza de un pueblo que se ha empobrecido con la guerra.
¿Qué se pierde?
Critica demasiado a los campesinos, notándose que su rechazo ha ganado a su ética como escritor: debió dejar de lado su marcada opinión, para no condicionar al lector. Piensa que los campesinos son mediocres, tontos, embusteros, y que solamente haciéndose de dinero pueden ser agraciados para sus esposas, y me parece que no toma en cuenta que el pueblo no tiene las mismas oportunidades que él, ni la misma forma de procesar las cosas. Eso me pareció muy molesto.
¿Qué sensación me deja?
Al principio lo odié por su poca tolerancia a las tradiciones de los pueblos que visitaba, pero con el tiempo me di cuenta que se trataba de un alma solitaria y terca que se sentía fuera de tono en una sociedad pobre y desnuda, que luchaba por reencontrarse. Creo que entenderlo (al final), me dejó cierta ternura y compasión por él, porque viajar era su pasión juvenil que mantuvo a pesar de la vida, hasta darse cuenta que su país se movía tanto o más que él.
Personajes para recordar
Josep Pla: autor del diario de viaje. Le gusta viajar en autobús para estar cerca de la gente, a la que quiere liberar del tedio con conversaciones filosóficas agradables. Le gusta ver el efecto que la poesía y el cine tienen en la juventud: ese que les permite alejarse de una realidad mediocre, para sentir que pueden realmente lograr algo. No le gusta la frivolidad e indiferencia en algunos casinos y bares que visita, es de la vieja escuela en la que todos se hablan con familiaridad y respeto, y no soporta que no haya un acercamiento entre individuos. Cree que los campesinos son oportunistas que venden caro para hacerse ricos, en vez de trabajar fuertemente y estar en abundancia. Ama el campo: la comida sana, la quietud del paisaje, lo sabia y exacta que es la naturaleza, y no comprende que el sueño del campesino sea ir a la gran ciudad, donde toda ambición del alma se pierde entre tráfico, suciedad y problemas. Se considera un bohemio, un soñador que recibe lo que el mundo quiera darle, piensa que todos deberían tomarse el tiempo de viajar y conocer su país, entregarse a la reflexión sobre ellos mismos. No quiere que el campesino se ilusione con la vida de éxito de la ciudad, esa que lee en los diarios, porque sabe que pasa muy poco (y nunca a personas como ellos). No encajaba en ciertas reglas sociales, como las fotografías que debía tomar para sus documentos de viaje, o las sábanas no tan limpias en los hostales, por lo que al quejarse (porque no podía mantenerse con la boca cerrada cuando pensaba en una injusticia) era considerado un caprichoso. Busca información de un escritor y un veterinario famosos en su época, pero se decepciona al ver que las nuevas generaciones ya no tienen memoria: se han dejado alcanzar por nuevos propósitos que no tienen espacio para la historia. Los campesinos le recuerdan uno de sus más grandes odios: la guerra. Son los primeros que se mandan a morir, y cree que su conformismo es parte de esa decisión.
Retacitos para el librero
—Las orquestas en invierno —me dice uno de ellos— en todas partes son malas. Los músicos soplan poco. Tienen miedo a resfriarse. Las orquestas son como las sandias: cosa de verano…
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Pero el hombre raramente se limita; aspira siempre a tener más. Según los poetas elegiacos antiguos, esta tendencia humana a la ilimitación, es debida a que el hombre es un animal melancólico y triste, dominado constantemente por el tedio: por afán de cambiar —para matar el tiempo— se convierte en un constante
destructor de su propia obra y de su propia vida. Porque a más querer más tristeza, a
más deseo más dolor, a más posesión más destrucción.
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Los niños, cuando viajan en taxi, se convierten en seres impertinentes. Miran a los peatones casi con desprecio. Es verdaderamente curiosa la capacidad de adaptación que tienen las criaturas a todas las formas del progreso.
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Y sin embargo —pienso— todas las cosas esenciales de la vida son
lentísimas. Las guerras han sido siempre largas. Las hambres endémicas. La formación moral e intelectual de un hombre o de una mujer requieren cuidados persistentes. Llegar a dominar un instrumento cualquiera, una herramienta cualquiera, es cosa de larga paciencia. Los antiguos decían, comprensivamente: ars longa, vita brevis. ¿Y el amor? ¿Y el ritmo de las cosechas? ¿Y la cocina? Todo lento, lentísimo.
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El amor pide soledad para manifestarse y sólo en los lugares silenciosos se revela su naturaleza.
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¿Qué le decía? ¡Quién sabe! El amor es un asunto tan
añejo que todo lo que nos decimos entre sí los hombres y las mujeres está cuidadosamente recogido en las hojas de los calendarios, en las canciones malas y en las viejas comedias.
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El amor si ha de ser
perfecto ha de realizarse a través del tiempo y escribir sobre el tiempo es como escribir sobre el agua. El tiempo lo destruye todo implacablemente.
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Un mundo que no tiene un mínimo de necesidades materiales resueltas se convierte en un mundo que no se puede admirar.
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Me acuerdo siempre a este respecto de una frase de Goethe sobre Lessing que dice: «Compadezcamos a Lessing por haber vivido en una época en que no hubo más que polémica y lucha». Sí. Somos dignos de compasión. Una de las más nobles facultades del hombre —la facultad de admirar— ha quedado exhausta. El torbellino de la lucha y la polémica nos arrastra. No podemos admirar.
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Especies hay de pájaros que llevan una rigurosa vida de familia. Aquí están los
periquitos para demostrarlo. ¿Cuál es, al parecer, el ideal del periquito? Pues es el mismo ideal profesado por muchos maridos de nuestro país y del extranjero: estar siempre, mañana, tarde y noche, al lado de la periquita. Y el ideal de la periquita no parece ser otro que vivir constantemente, al lado del periquito. Tanta fidelidad, en estos peldaños bajos de la escala biológica, parece más que realidad positiva y real, una fidelidad simbólica, un ejemplo vivo de la fuerza del amor cuando está
alumbrado por la luz de la razón y del buen sentido. Es decir: cuando el amor se presenta dosificado con la conveniencia.
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Los naturalistas dicen que en los pájaros hay entre padres e hijos y entre hijos y padres la misma sensibilidad y el mismo apego que existe entre los peces: es decir, absolutamente ninguna sensibilidad y absolutamente ningún apego. La ternura
desaparece. Luego el macho se marcha —sin dar el portazo clásico, naturalmente— y vive con los amigos en régimen de club, de café o de tertulia —como quiera el lector
— régimen que dura, frívolamente, hasta la próxima cría. Así aparecen estas tertulias
volantes de pájaros, estas bandadas volando de rama en rama, haciendo piruetas y trazando curvas o correteando, en tierra, como los reptiles.
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Si no queremos naufragar en el caos intelectual y sentimental hemos de aprovechar las experiencias de todos los que sintieron este mismo peligro.
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En cada época, el hombre tiene su manera de morir específica. Sin
embargo, el mundo continúa rezumando magia por los cuatro costados y vale más no pensar en lo que pasaría si la magia desapareciera.
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Es agradable en estos prolongados, largos
silencios, ver el resplandor del fuego en las pupilas de este voluptuoso gato que
comparte conmigo el fuego del hostal —en el punto de verde que tienen sus ojos ensimismados en las llamas blancas, pupilas de metal y de ágata…
** Escenas Inolvidables **
Cuando lo leas, no te las pierdas.
- Las niñas emocionadas por ir al cine y ver una historia de amor
- La narración de las ranas y los caracoles
- Cada vez que lograba que un viajante pusiera atención en el paisaje y le compartiera una anécdota
Ficha técnica.
Año: 1948
Género: cuaderno de viaje, autobiografía, naturalismo
¿Real o irreal?: real, el autor gustaba de hacer viajes por su país en viejos autobuses públicos
Escribe...
Nacido el 8 de marzo de 1897, Josep Pla i Casadevall es uno de los principales preservadores de las tradiciones y costumbres catalanas de su época, recogidas en seis décadas de trabajo literario. Estudió media carrera de medicina, abandonando para ir a abogacía, donde pensaba convertirse en notario. Era un gran admirador de Pío Baroja, y un lector apasionado. Trabajó como periodista, siendo corresponsal en diferentes países, como Italia, Francia, Portugal o Alemania. Se le lanzó como diputado de la Mancomunidad de Cataluña por la Liga Regionalista. Gana unos años de exilio por un artículo donde habla de la milicia de Marruecos, y utiliza esos años para seguir viajando por Europa, publicando su primer cuaderno de viajes en 1925 (Coses Vistes), que es tan popular que se termina en una semana. Alejado de las guerras, viajó por diversos sitios como Israel, Cuba, Estados Unidos, Oriente Medio o la Unión Soviética, y le gustaba hacverlo en barcos petroleros que nadie más usaba, pues eran lentos. El estar lejos de los turistas y en silencio total, le ayudaba a concentrarse para escribir sus obras.
Por sus pensamientos opuestos al ambiente político, se le negó el Premio de Honor de las Letras Catalanas, y se le corrió de la revista por la que trabajó por 36 años (llamada Destino).
Se le entregó la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña cuando ya era un anciano. Murió en 1981, dejando inconclusa la administración de su "obra completa" (deja 38 escritos listos, y un sinfín de papeles sin ordenar). Un siglo luego de su natalicio, comenzó a reconocerse el valor que aportó a la cultura de su país, regalándole diversos homenajes.
Su obra completa consta de 47 volúmenes que hablan de sus diarios, reportajes, ensayos, artículos, biografías, novelas y poemas escritos en 120 libros y más de 30 mil páginas.
Fue censurado la mayor parte de su carrera: durante la dictadura de Primo de Rivera, en Italia y Alemania, y durante la dictadura de Franco.
Obra representativa:
Notes per a Silvia (1974)
x ¿Lo reelerías? x
No. No es mi estilo, ni mi época favorita. Y me he dado cuenta que no soy muy fanática de la literatura española.
Danza catalana realizada en grupo y en círculo. La cadena de dicho círculo debe ser hombre-mujer, y tienen pasos largos y cortos que son usados en 7 o 10 compases. En la actualidad, se toca por una orquesta de viento y contrabajo, utilizando instrumentos típicos españoles como la tenora, el tible, el flabiol y el tamboril. Aunque existen las sardanas con letra, se baila generalmente las que son instrumentales.
Se considera al músico José Ventura como el padre de la sardana moderna, pues las alargó y adaptó a la modernidad de su época.
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