Lectura: Elizabeth Costello
Hablamos de: novelaAutor: J. M. Coetzee
País: Sudáfrica
, Trama: trozos de vida de una anciana escritora que, en su vejez, se va dando cuenta con el cansancio, de lo hermética que fue en su vida como artista. como mujer, y como madre.
[¿A QUÉ PÚBLICO SE LE RECOMIENDA ESTA LECTURA?]
Adolescentes y adultos. Creo que a los adolescentes les vendría bien ver un poco de lo que podría ser su madre, o su abuela. Y también les dará enseñanzas de vida, de esas que todavía pueden tomarse.
¿Qué nos dice?
Cómo puedes darte cuenta de los errores de tu vida, y aún así no estar dispuesto a corregirlos.
Cómo puede un hijo tener una agridulce relación maternal, debido al desapego en la infancia.
Cómo la soledad es aliada, y algunas veces enemiga.
Cómo puede un hijo tener una agridulce relación maternal, debido al desapego en la infancia.
Cómo la soledad es aliada, y algunas veces enemiga.
Temas que trata: literatura, fama, debate, sexualidad, feminismo, activismo, veganismo, maternidad, aislamiento, ambición laboral, ancianidad, duda, conflicto interno, religión, competencia, desgano, ruptura, idealización, crueldad, historia, filosofía, divinidad, cultura antigua, morbo, provocación, nazismo, maldad, Paraíso, muerte.
Dificultad de lectura:medio. Entabla muchos debates filosóficos que de vez en cuando se salen de la trama principal, y cuesta retomar.
¿Qué se rescata?
Es humano. Es imperfecto. Es una lucha entre estar a favor y estar en contra, entre tener la razón, y aceptarse a sí mismo que se está equivocado.
¿Qué sensación me deja?
Calma, porque hasta al final de nuestros días, vamos a tener la capacidad de debatir, de defendernos y de aprender. Me relajó mucho la lectura, e imaginé su cuerpo cansado y su mente activa y dispersa, pensando que tal vez yo llegue a ser como ella.
Personajes para recordar
Elizabeth: escritora australiana nacida en los años 20's. De sus 9 novelas, la más conocida y citada en cada evento al que es invitada, es en la que da vida a Marion Bloom, la esposa del Leopold Bloom de Ulysses. Ha hecho bastante trabajo periodístico, pero ahora es anciana y solamente acepta ser conferencista cuando el tema del que debe hablar realmente le apasiona. Se ha casado dos veces, y tiene un hijo de cada matrimonio. Su hijo John lo acompaña a las conferencias que da en Estados Unidos, y es como su perro guía, porque a veces no sabe lo que la gente espera de ella. Tenía varios discursos memorizados, a los que hacía notas mínimas dependiendo la ocasión. Por más que se arreglara, ya se le notaban los años y el descuido personal. Ya no cree en sus discursos, aunque su feminismo ha causado que muchas chicas le dediquen sus tesis. Se reencuentra en un crucero con un escritor que fue su amante, y se sorprende al ver lo diferentes que son, y el cómo fue que encajaron tan bien en su tiempo. Tenía una pobre relación con su hijo, que creció sintiéndola una extraña. Su nuera la detestaba por tratar de enseñar a sus nietos a no comer carne. Durante una serie de conferencias, la destroza con sus insinuaciones sobre el veganismo. Compara los campos de concentración nazis con los mataderos de animales, haciendo que los judíos se sientan ofendidos de ser comparados con vacas. Este hecho causó tal indignación, que incluso los alumnos pidieron a la universidad retractarse por haberla invitado a hablar. Cree que los hombres toman control sobre la vida de los animales sólo porque nada se los impide, y que no piensan en su sufrimiento. Visita a su hermana Bridget en África por la entrega de un premio, también con ella la relación es pobre, y más cuando nota que ambas son viejas y que tal vez sea la última vez que se vean en ese mundo. No le gusta África, ni la religión, pero trata de rescatar a su hermana de un debate donde va perdiendo. No le gusta la rigidez de su hermana, y piensa que ella no disfrutó de su vida. Alguna vez provocó sexualmente a un anciano a las puertas de la muerte, siendo su musa para una pintura donde aparece desnuda. Cree que los escritores no tienen derecho a retratar el mal, porque despierta deseos crueles en los lectores: una novela sobre el nazismo, le hace recordar cuando casi fue violada, y volvió a casa con su ropa quemada y hecha jirones. Siente que debe hablar, aunque ya sea vieja y su opinión no cambie las cosas. Cree que los dioses nos envidian, y por eso nos ponen dificultades, mientras que no saben que nosotros envidiamos su inmortalidad. No sabe defender sus creencias, y debe hablar consigo misma para entender qué es lo que cree.
John: hijo de Elizabeth. Es profesor de física en la universidad. Cuando niño, recuerda a su madre encerrada por horas escribiendo, mientras él y su hermana se sentían solos y abandonados. Le guarda un resentimiento extraño, que evita que la lea hasta ser mayor. Sabe que es brillante y que merece todos los reconocimientos que se le dan, y se siente con la obligación de cuidarla de sí misma y de los tiburones que quieren dañar su reputación por verla anciana. Se da cuenta que su esposa odia a su madre, y no sabe cómo mantener una vida con ambas.
Emmanuel Egudu: escritor africano que se dedica a dar conferencias sobre la literatura africana, ahora que han terminado sus años de gloria. De joven, se encontró con Elizabeth y debatieron sobre sus teorías, pasando algunas noches pasionales juntos. De ancianos, Elizabeth se da cuenta de que no tienen nada en común, e incluso le parece agresivo. Emmanuel cree que los africanos no valoran la literatura, porque no les gusta aislarse a leer, lo ven grosero: ellos quieren algarabía, conversación, convivencia. Cree que el escritor africano es más bien un relator oral, porque sólo de esta forma su gente se interesa. Elizabeth lo ataca diciendo que el africano escribe para el extranjero, porque es el único al que le interesa el morbo de la pobreza y miseria que hay en aquel continente.
Norma: esposa de John. Está a favor de la dieta con carne, y cree que su suegra es una lunática sin argumentos para el veganismo. No tolera verla en su casa, aconsejando a sus hijos que coman vegetales porque los animales sufren mucho en los mataderos. No tiene piedad con ella ni por su parentesco, ni por su edad. John se da cuenta de que despotrica contra su madre, y lo hace sentir incómodo.
Hermana Bridget: hermana mayor de Elizabeth. Es monja misionera en África, donde ayuda a los niños con VIH a tener un tratamiento más humanitario. Tiene estudios de medicina y letras clásicas, y recibe un premio por su empeño con la juventud africana, pero en el discurso habla mal de las humanidades, diciendo que son las que alejan al pueblo del verdadero Dios. Abre un debate en el que es atacada por anticuada, por rígida y por querer que la comunidad regrese a las ideas de la Edad Media, donde sólo debe obedecerse al cura y no pensar en realidades. No cree que la Biblia pueda tener errores de traducción, cree que la palabra de Dios es exacta a lo descrito en el Antiguo Testamento. No es unida a Elizabeth, y cree que eligió al Dios equivocado.
Retacitos para el librero
Pero debes admitir que, a cierto nivel, hablamos, y por tanto escribimos,
igual que todo el mundo. De otra forma todos hablaríamos y escribiríamos en
idiomas privados. ¿Verdad que no es absurdo interesarse por lo que la gente
tiene en común en lugar de por lo que la separa?
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Porque eso es, finalmente, lo que significa estar vivo: ser capaz de morir.
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El pasado es historia, y ¿qué es la historia salvo un relato hecho de aire que nos contamos a nosotros mismos? Y, sin embargo, el pasado tiene algo milagroso que el futuro no tiene. Lo milagroso del pasado es que hemos conseguido, Dios sabe cómo, construir miles y millones de ficciones individuales, ficciones creadas por seres humanos individuales, lo bastante interconectadas entre ellas como para proporcionarnos lo que parece un pasado común, una historia compartida. El futuro es distinto. No poseemos una historia compartida del futuro. La creación del pasado parece agotar nuestras energías creativas colectivas. Comparada con nuestra ficción del pasado, nuestra ficción del futuro es un relato apenas esbozado e insulso, como suelen ser las visiones del paraíso. Las del paraíso e incluso las del infierno.
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La belleza. Seguramente en Zululandia, donde tienes tanta abundancia de cuerpos desnudos que mirar, debes admitir, Blanche, que no hay nada más humanamente hermoso que los pechos de una mujer. Nada más humanamente hermoso, más humanamente misterioso que la razón por la cual los hombres quieren acariciar sin cesar, con pinceles, cinceles o manos, estas bolsas de grasa extrañamente curvadas, y nada más humanamente atractivo que nuestra complicidad (me refiero a la complicidad de las mujeres) con su obsesión.
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No duerme, simplemente está tumbado, esperando. Y escuchando también, no hay duda, a sus ruidos interiores, los ruidos del dolor. (No olvidemos, Blanche, piensa para sí misma, no olvidemos el dolor. Los terrores de la muerte no bastan).
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El pasado es historia, y ¿qué es la historia salvo un relato hecho de aire que nos contamos a nosotros mismos? Y, sin embargo, el pasado tiene algo milagroso que el futuro no tiene. Lo milagroso del pasado es que hemos conseguido, Dios sabe cómo, construir miles y millones de ficciones individuales, ficciones creadas por seres humanos individuales, lo bastante interconectadas entre ellas como para proporcionarnos lo que parece un pasado común, una historia compartida. El futuro es distinto. No poseemos una historia compartida del futuro. La creación del pasado parece agotar nuestras energías creativas colectivas. Comparada con nuestra ficción del pasado, nuestra ficción del futuro es un relato apenas esbozado e insulso, como suelen ser las visiones del paraíso. Las del paraíso e incluso las del infierno.
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La belleza. Seguramente en Zululandia, donde tienes tanta abundancia de cuerpos desnudos que mirar, debes admitir, Blanche, que no hay nada más humanamente hermoso que los pechos de una mujer. Nada más humanamente hermoso, más humanamente misterioso que la razón por la cual los hombres quieren acariciar sin cesar, con pinceles, cinceles o manos, estas bolsas de grasa extrañamente curvadas, y nada más humanamente atractivo que nuestra complicidad (me refiero a la complicidad de las mujeres) con su obsesión.
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No duerme, simplemente está tumbado, esperando. Y escuchando también, no hay duda, a sus ruidos interiores, los ruidos del dolor. (No olvidemos, Blanche, piensa para sí misma, no olvidemos el dolor. Los terrores de la muerte no bastan).
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«Nadie ha visitado este lugar, excepto los hombres que murieron y el
hombre que los mató. Nuestra es la muerte que tuvo lugar y nuestra es la mano
que anudó la cuerda».
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«Los dioses existen —escribe Friedrich Hölderlin, que ha leído a Kant—.
Pero hacen sus vidas en alguna parte por encima de nosotros, en otro reino, al
parecer no muy interesados en la cuestión de si existimos o no». En tiempos
pasados, aquellos dioses se pasearon por la tierra y caminaron entre los
hombres. Pero para la gente moderna ya no es posible divisarlos, mucho menos
recibir su amor. «Llegamos demasiado tarde».
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De momento, lo único que oye es el lento latido
de la sangre en sus oídos, igual que lo único que siente es el suave contacto
del sol en su piel. Por lo menos eso no se lo tiene que inventar: ese cuerpo
mudo y fiel que la ha acompañado a cada paso del camino, ese monstruo amable y
torpe que le ha tocado cuidar, esa sombra hecha carne que se yergue sobre dos
patas como un oso y se lava a sí misma continuamente y desde dentro con sangre.xxx
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Porque eso es, finalmente, lo que significa estar vivo: ser capaz de morir.
** Escenas Inolvidables **
Cuando lo leas, no te las pierdas.
- Los cuidados de John a una madre a la que odia y ama al mismo tiempo
- Norma y el deseo de destrucción que hay en cada una de sus palabras
- Elizabeth confrontando a la cantante rusa en el refugio de pingüinos, dándose cuenta de la poca fe que puso en Emmanuel
- El erotismo de Elizabeth y el anciano del asilo
- Los dioses y sus insinuaciones sexuales
- Elizabeth en el sitio caluroso donde debe decidir en qué creer (el último relato me parece el mejor, con el que podemos identificarnos todos y entender un poco lo que significa "dejar las cuentas claras en vida").
Ficha técnica.
Año: 2003
Género: recopilación de cuento
¿Real o irreal?: irreal. Elizabeth Costello es un personaje recurrente en la historia literaria del autor, apareciendo en Las vidas de los animales y Hombre lento.
Escribe...
John Maxwell Coetzee nació el 9 de febrero de 1940 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En 2006 se nacionalizó como australiano. Es conocido por ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura de 2003 por "su trabajo describiendo a la sociedad africana".
Estudió en la universidad local las carreras de matemáticas e inglés. Se mudó a Londres en 1960, para más tarde titularse en lingüística computacional, en los Estados Unidos. Fue maestro universitario en la Universidad Estatal de Nueva York hasta 1983. Un año más tarde regresa a Ciudad del Cabo, ocupando una plaza universitaria.
Vive en Adelaida, Australia, desde 2002, aunque sus raíces y sus orgullos siguen siendo africanos.
Estudió en la universidad local las carreras de matemáticas e inglés. Se mudó a Londres en 1960, para más tarde titularse en lingüística computacional, en los Estados Unidos. Fue maestro universitario en la Universidad Estatal de Nueva York hasta 1983. Un año más tarde regresa a Ciudad del Cabo, ocupando una plaza universitaria.
Vive en Adelaida, Australia, desde 2002, aunque sus raíces y sus orgullos siguen siendo africanos.
Obra representativa:
Verano (2009)
x ¿Lo reelerías? x
¡Claro! Es la cuarta obra que leo suya. Estoy enamorada.
"La venganza es como el fuego: cuanto más devora, más hambre tiene".
Lee conmigo en: https://www.lectulandia.cc/book/elizabeth-costello/
[ Pos.Data ]
En.La.Vida.Real
El jaguar, poema de Ted hughes
Los simios bostezan y adoran sus pulgas al sol.
Los loros gritan como si estuvieran en llamas o se pavonean
Como tartas baratas para atraer la carriola con la tuerca.
Cansado de la indolencia, el tigre y el león.
Quédate quieto como el sol. La bobina del boa-constriktor
Es un fósil. La jaula después de la jaula parece vacía, o
Apesta a los durmientes de la paja que respira.
Podría estar pintado en una pared de la guardería.
Pero quien corre como el resto más allá de estos llega
En una jaula donde la multitud se para, mira, hipnotizada,
Como un niño en un sueño, en un sueño, en un jaguar corriendo apresuradamente
A través de la oscuridad de la prisión después de los taladros de sus ojos
En un fusible corto y feroz. No en aburrimiento
El ojo satisfecho de ser ciego en fuego
Por la explosión de sangre en el cerebro sordo el oído -
Gira desde los barrotes, pero no hay jaula para él.
Más que al visionario su celda:
Su paso es desierto de libertad:
El mundo rueda bajo el largo empuje de su talón,
Sobre el piso de la jaula llegan los horizontes.
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