Adultos. Yo lo leí ya bien entrada la universidad, y no le entendí del mismo modo que ahora, unos trece años después. Hay que tener contexto de la historia política de México.
¿Qué nos dice?
La aventura de la edad madura
Los triángulos amorosos liberales de los setentas
La forma en la que se conduce el periodismo cuando lleva el favor del gobierno...y cuando no
La lucha guerrillera de las décadas de los setenta y ochenta en México
Temas que trata: periodismo, historia de México, política mexicana, amor, infidelidad, alcoholismo, pueblos mexicanos, homosexualidad, guerrilla, odio, rencor, escape, paternidad, edad madura, transformación, poesía, obsesión, intriga, traición, filosofía, plenitud, asesinato, muerte.
¿Qué se rescata?
Avanza la vida de sus personajes sin adornos, tal y como es en el contexto en el que se encuentran
El inmenso amor frustrado de Carlos y Mercedes
El vistazo crudo a los negocios turbios de la política mexicana
La justicia, que llega tarde, pero llega
¿Qué se pierde?
Nada, es justo como debe ser
¿Qué sensación me deja?
He amado este libro desde la primera vez que lo leí, en 2008. He amado recordar sus frases, ver que mi memoria aprendió algunas líneas, comprender de nueva cuenta a los personajes que en su momento no vi, y enamorarme de nuevo de cada peripecia. Lo amo, porque me hace estar ahí. Lo amo, porque también me descubre a mí. Lo amo, porque fue mi ancla salvadora de una gran depresión. Lo amo, porque me encanta aprender de política.
Personajes para recordar
Carlos Vigil: hombre joven, recién divorciado, que trabaja en el castillo de Chapultepec como historiador, y lleva tiempo dedicando sus momentos libres a la creación de un libro. Ama a su pequeña Fernanda, aunque empieza sin saber cómo ser un buen padre para ella. Al conocer a Mercedes, siente un vuelco interno que hace que vea lo aburrido que ha sido su matrimonio, y abandona a su esposa para quedarse con su amante, quien le llena de melosidad y misterio, quien le recupera los años perdidos y le da intensidad a sus días. Vivía con su amigo Santoyo, y las juergas de ambos duraban hasta los siguientes días. Es buscado por la policía por su relación con Santiago, hermano de su amigo. Cuando Mercedes comienza a ser posesiva, conoce a Oralia y la convierte en su segunda amante, quien representa mayor calma y estabilidad (a pesar de ser una mujer casada que no piensa renunciar a su matrimonio). Empieza con Corvo en el periodismo una vez por semana, ahorrando para una casa grande y decente para llevar a Fernanda los fines de semana, pero se va dando cuenta del talento que tiene en esa área laboral, y va aumentando su cuota. Se ve involucrado en la guerra entre Galio y Sala, gobierno y periodismo libre, y aunque no le interesa, se da cuenta de que depende de los favores que ellos puedan hacerle. Va abandonando la vida personal para adentrarse en el periódico. Es leal, defiende a sus amigos aunque ello le cueste la relación con sus mujeres. Crece mientras la pelea política sigue, decidiendo seguir sus propios ideales aunque el mundo se le vaya cuesta abajo.
Santoyo: amigo de Vigil que le deja ser su rumie cuando se divorcia. Su hermano menor está metido en la guerrilla de la Liga 23 de septiembre, y cada día vive la angustia de que le asesinen. Enamorado de Paloma, fue criado en ambiente de izquierdas, pero se acobarda a la lucha y decide ver para otro lado. Irremediablemente comienza una vida de huida, paranoia y venganza, a la que acarrea a Paloma. Vigil le ayudará con sus contactos a seguir haciendo la causa justa.
Oralia: mujer casada que se enamora de Vigil y lucha por quitárselo a Mercedes, dándole la estabilidad que ella no puede. Se gana de a pocos a Fernanda, con la que crea la familia utópica que desea con Vigil. Aunque logra ser la mujer más constante de su vida, debe luchar para ser la última, por encima de un matrimonio que también desea salvar.
Mercedes: chica española que aparece de la nada en el castillo y se enamora de forma brutal y platónica de Vigil. Mujer mimada que lo encandila y lo deja, pero que se obsesiona con obtener su corazón y fidelidad. Sufre de una crisis de anorexia que la mantiene al margen de la lucha política de Vigil, a quien suplica con largas cartas que atienda más que a su vida laboral. Muere de celos, se desgañita al no poder ganarlo. Los dos se aman de una forma enfermiza, hiriente, poco comprensible a los ojos de los demás. Están destinados a un fracaso que luchan por evitar.
Galio: autoritario intelectual con contactos en el gobierno que estima a Vigil al ver en él "una gran promesa". Lleva una relación tensa con Sala, pues no le gusta que los secretos de su oficina lleguen a las páginas del diario. Se convierte en consejero de Vigil, ayudándole a madurar y a tomar decisiones solitarias y difíciles. Le ayuda con sus contactos y previsión del futuro a evitar algunos desastres. Se deja influenciar por Vigil, renovando sus propias convicciones cuando ve que le empiezan a atar las manos y ya no es tan influyente como esperaba.
Paloma: novia de Santoyo que se involucra con miedo y de lleno en la causa guerrillera de su cuñado. Huye con ellos, pelea con ellos, miente con ellos, vive aterrada con ellos. Se va haciendo fuerte en el camino, defendiendo a su familia y apoyando la revolución.
Santiago: hermano menor de Santoyo. Inspirado por la matanza de Tlatelolco, se convierte en líder guerrillero que anda siempre en mítines y problemas, siendo preso político y temiendo por su vida. Se une a secuestros, posesión de armas y ejecuciones, por lo que su captura debe ser un punto clave para la historia.
Octavio Sala: jefe del periódico La República, donde llega a trabajar Vigil. Lo admira y cree que puede atraerlo a su causa, mostrándole de a pocos el poder que se tiene cuando se juega con el gobierno. Es querido y respetado en el gremio. Lucha por dar a conocer la verdad, sin torcerse en el camino. El presidente lo lleva al límite y le obliga a trabajar en austeridad, sacando su lado fuerte y armando más y más periódicos, en pos de no dejar de comunicar la verdad. Juega su propia guerra interna, que le causa altibajos dolorosos donde desaparece de las cámaras y se harta de la vida, incluyendo lo que comparte con sus mejores amigos.
Rogelio: segundo al mando de La República, pero va formando a espaldas de Sala una red de contactos, negocios ilícitos y planes para traicionarlo y quedarse con el poder. No sabe manejar sus propias trampas, y es presa de sus desperfectos.
Paulina: mejor amiga de Mercedes. Sus padres creen que es la mala influencia que la lanza a la vida sexual con Vigil. La alcahuetea y mima, pero también se desespera por la inconstancia que Carlos y Mercedes tienen.
Romelia: amante tercera de Vigil, que trabaja en el periódico con él y se convierte en su espía en las reuniones a las que no es invitado. Un poco tonta y sin valor emocional para Vigil, no se rinde en su ánimo de ser su única mujer.
Retacitos para el librero
La historia de México es el recuento falso, o
arbitrariamente evocado al menos, de los caprichos de un poder displicente. Un
poder gratuito y displicente, ¿me entiende usted? La encamación mayor de ese
poder es Antonio López de Santa Anna, un tiranuelo querido, odiado,
controvertido, indisputado, que encandiló a los mexicanos y los hizo perder
medio territorio nacional. A los caprichos y flatos de ese estilo le llamamos
hoy «presidencialismo mexicano». ¿Me comprende usted?
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De entre toda la dieta triguera del norte, mira nada más lo que viniste a
traerme, Vigil. ¿Ya sabes que tu amigo es de Mexicali? La gente más extraña del
mundo tiene que ser la de Mexicali. ¿Cómo se le pudo ocurrir a alguien fundar
una ciudad en Mexicali, Vigil? No hay explicación histórica para eso. En verano
te asas, en invierno te hielas y todo el tiempo sopla el polvo del desierto.
Tiene que ser gente muy rara, ¿no? Por eso los destetan con cerveza, aprenden a
hacer el amor con las botas puestas y usan lentes oscuros para aclimatarse en
la oscuridad.
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Muchas veces, llevado por el impulso repetidor de su pena, Vigil había creído
toparse con Mercedes en el tráfico azaroso de las horas y las gentes. La había
encontrado en la ráfaga de pelo de una mujer por la calle o en la súbita
recolección visual de unas caderas, en el tono de una voz o el reflejo de una
mirada sobre un vidrio. «Doce veces, cuarenta y siete veces, mil seiscientas
cincuenta y una veces» había tenido, desde que la borró de su vida, la «dichosa
certidumbre cardiaca» de estarse topando con Mercedes Biedma. Y cada una de
esas veces, la carga del olvido acordada a su cuerpo memorioso y a sus
glándulas ansiosas de recuerdos, había cantado «el himno del reencuentro» y
cada partícula de su vida ocupada por ese «pasado proscrito», había vuelto por
sus fueros para celebrar la «aparición prohibida» que sus ojos y su olfato y
las «nostálgicas yemas» de sus dedos, «inventaban sin cesar».
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El que agarra los fierros a los fierros se atiene.
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No sufrí en esos tiempos. La muerte de mi madre, sí, desde luego, como todos
los huérfanos del mundo. Cuando se muere nuestra madre, a la edad que sea,
descubrimos hasta qué punto toda nuestra vida consiste en habituamos a ser
huérfanos, en aceptar esa separación.
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En tercer lugar diré que, de todos los ruidos que te pertenecen en mi memoria
—incluida tu voz y el sonido de tu falda al deslizarse sobre tus medias—,
ninguno es tan perfecto como el de tu respiración sobre mi oreja.
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«La eternidad es un niño que juega a los dados».
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«Tú fuiste el primer indicio del paraíso que me estaba prometido».
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Las mujeres son nuestras brujas, nuestras madres, nuestra fiesta de cumpleaños.
Sueño con un manual que pueda describirlas a plenitud como lo que son: una
tribu sagrada, un rebaño de portentosos animales que aman, preservan y
conspiran. Un manual cuasi zoológico, diría yo, que diera cuenta de sus
rituales amatorios y sus pulsiones comunes, sus pasiones incontrolables, sus
venganzas, sus celos. Son animales más serios y profundos que nosotros en sus
pasiones. A su lado somos unos cachorros retozones, ignorantes de la profundidad
del mundo y del diminuto encanto de sus cosas. Hay que ver a una mujer mirando
a otra: no hay más proximidad y violencia que en esas miradas.
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Oiga bien lo que le digo, promesa: en política casi todos los amigos son
falsos, pero todos los enemigos son verdaderos.
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- Este dinero viene probablemente de un secuestro —dijo Vigil.
—El dinero no tiene ideología —dijo Sala—. Sólo tiene dueño y oportunidad.
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Supongamos que no te has ido y que podemos repartir de otro modo nuestra
estadística amorosa. Puedo haberte visto unas cinco mil veces en el curso de
los cinco años que te vi. Pude haber pasado contigo unas quinientas horas
efectivas, unas cien horas por año. Y puedo haberte hecho el amor unas
doscientas veces, cuarenta veces por año. Eso es todo lo que tuvimos y lo que
podremos tener (números redondos).
Estoy de acuerdo. Pero imaginemos que un demiurgo generoso con nuestros amores
nos permitiera ahora repartir esa estadística según nuestro gusto, dándonos a
elegir no sobre su cantidad, pero sí sobre su frecuencia.
A la vista de los hechos intratables, pienso que yo hubiera aceptado su oferta.
Habría decidido espaciar nuestros encuentros a lo largo de veinticinco años y
no a lo largo de cinco como fueron repartidos. Cada año te hubiera mirado doscientas
veces en lugar de mil, cada año habría estado contigo cien horas en lugar de
quinientas, y nos hubiéramos hecho el amor ocho en lugar de cuarenta veces cada
año.
Tendría apenas en la memoria una quinta parte de ti, de tus necedades, de tus
cartas, de tus besos. Pero tendría por delante veinte años de encuentros
contigo, en lugar de esta certeza de historia cumplida, cuya estúpida fijeza no
me deja respirar.
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El pasado es injusto, -pensó Vigil-, en particular porque se ha ido.
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La vida se nos presenta tercamente como una sucesión de dilemas, pero en
realidad es una mezcla de caminos que nunca se excluyen.
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** Escenas Inolvidables **
Cuando lo leas, no te las pierdas.
- Mercedes y Carlos en sus primeros meses de amor, ¡son una ternura insoportable, como la que todos hemos sentido por alguien alguna vez!
- La lealtad de Paloma a Santoyo, que la hace crecer bárbaro: es un gran personaje.
- Los diálogos de Galio con Vigil, cargados de grandes consejos de vida.
- La desesperada llamada telefónica de Paulina.
- La molida a palos en la redacción del periódico.
- La visita de Vigil al revelador motel de las últimas escenas.
Ficha técnica
Año: 1991
Género: ficción, novela política, novela histórica
¿Real o irreal?: irreal con sucesos de historia mexicana que sí ocurrieron
Escribe...
Héctor Aguilar Camín nació el 9 de julio de 1946 en Chetumal, Quintana Roo. Estudió técnicas de la comunicación en la IBERO y un doctorado en historia en el COLMEX. Se ha desempeñado como periodista, escritor e historiador, recibiendo galardones como el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Ha colaborado para diarios como La Jornada, Milenio y la revista Nexos. Fundó la editorial Cal y Arena en 1988.
Está casado con la escritora Ángeles Mastretta.
Obra representativa:
Morir en el golfo (1985)
x ¿Lo reelerías? x
¡Sí! Lo admiro mucho, me parece uno de los hombres más inteligentes que "he conocido", y justo mi siguiente parada será la novela de su hija, que es de mi edad, a ver qué tal la herencia de talentazos literarios que tiene.
"porque las mujeres quieren mucho tiempo después de que han dejado de respetar lo que quieren".
Lee conmigo en: https://www.lectulandia.co/book/la-guerra-de-galio/
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