Lectura: el diccionario del diablo
Hablamos de: recopilación (formato diccionario)
Autor: Ambrose Bierce
País: Estados Unidos
Trama: definiciones sarcásticas de diversos conceptos que el autor consideraba importante en su época, referentes a la política y las mujeres, principalmente.
[¿A QUÉ PÚBLICO SE LE RECOMIENDA ESTA LECTURA?]
Que escondemos lo que realmente deseamos o pensamos
Lo divertido que resulta ser.
Abandonado, s. y adj. El que no tiene favores que otorgar.
Desprovisto de fortuna. Amigo de la verdad y el sentido común.
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Aburrido, adj. Dícese del que habla cuando uno quiere que escuche.
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Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
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Aflicción, s. Proceso de aclimatación que prepara el alma para otro mundo más
duro.
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Ambición, s. Deseo obsesivo de ser calumniado por los enemigos en vida, y
ridiculizado por los amigos después de la muerte.
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Ancianidad, s. Epoca de la vida en que transigimos con los vicios que aún
amamos, repudiando los que ya no tenemos la audacia de practicar.
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Aplauso, s. El eco de una tontería. Monedas con que el populacho recompensa a
quienes lo hacen reír y lo devoran.
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Batalla, s. Método de desatar con los dientes un nudo político que no pudo
desatarse con la lengua.
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Calamidad, s. Recordatorio evidente e inconfundible de que las cosas de esta
vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de calamidades: las
desgracias propias y la buena suerte ajena.
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Carro fúnebre, s. Cochecito de niños de la muerte.
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Cerebro, s. Aparato con que pensamos que pensamos. Lo que distingue al hombre
contento con “ser” algo del que quiere “hacer” algo. Un hombre de mucho dinero,
o de posición prominente, tiene por lo común tanto cerebro en la cabeza que sus
vecinos no pueden conservar el sombrero puesto. En nuestra civilización y bajo
nuestra forma republicana de gobierno, el cerebro es tan apreciado que se
recompensa a quien lo posee eximiéndolo de las preocupaciones del poder.
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Cobarde, adj. Dícese del que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas.
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Comprometido, adj. Provisto de un aro en el tobillo para sujetar la cadena y
los grilletes.
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Consejo, s. La más pequeña de las monedas en curso.
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Conversación, s. Feria donde se exhibe la mercancía mental menuda, y donde cada
exhibidor está demasiado preocupado en arreglar sus artículos como para
observar los del vecino.
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Diario íntimo, s. Registro cotidiano de aquellos episodios de la vida que uno
puede contarse a si mismo sin sonrojo.
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Diluvio, s. El primero y más notable de los experimentos de bautismo, que lavó
todos los pecados (y los pecadores) del mundo.
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Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la
vaca que no se tiene.
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Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí. ||
Sin consideración por el egoísmo de los demás.
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Entusiasmo, s. Dolencia de la juventud, curable con pequeñas dosis de
arrepentimiento y aplicaciones externas de experiencia.
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Famoso, adj. Notoriamente miserable.
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Fidelidad, s. Virtud que caracteriza a los que están por ser traicionados.
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Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales
y nuestra felicidad está asegurada.
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Hipócrita, s. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja
de parecer lo que desprecia.
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Homeópata, s. Humorista de la medicina.
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Ignorante, s. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y
sabedora de otras cosas que usted ignora.
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Imprevisión, s. Satisfacción de las necesidades de hoy con las rentas de mañana.
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Inmigrante, s. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.
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Intérprete, s. El que permite a dos personas de distinto idioma comprenderse,
repitiendo a cada una lo que convendría al intérprete que dijera la otra.
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Justicia, s. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a
cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
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Libertino, s. El que ha corrido tras el placer con tanto ardor, que tuvo la
desgracia de pasarlo de largo.
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Mártir, s. Alguien que avanza hacia una muerte deseada siguiendo el camino de
la menor repugnancia.
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Matar, v. t. Crear una vacante sin designar un sucesor.
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Mendigar, v. t. Pedir algo con intensidad proporcional a la creencia de que nos
será otorgado.
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Mío, adj. Lo que me pertenece, siempre que pueda apropiármelo.
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Mitología, s. Conjunto de creencias de un pueblo primitivo relativas a su
origen, héroes y dioses, por oposición a la historia verdadera, que inventa más
tarde.
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Muerto, adj. Dícese de lo que ha concluido el trabajo de respirar; de lo que ha
acabado para todo el mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida
carrera; y de lo que al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un
simple agujero.
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Mulato, s. Hijo de dos razas, que se avergüenza de ambas.
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Nepotismo, s. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un
cargo público, por el bien del partido.
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Optimismo, s. Doctrina o creencia de que todo es hermoso, inclusive lo que es
feo; todo es bueno, especialmente lo malo; y todo está bien dentro de lo que
está mal. Es sostenida con la mayor tenacidad por los más acostumbrados a una
suerte adversa. La forma más aceptable de exponerla es con una mueca que simula
una sonrisa. Siendo una fe ciega, no percibe la luz de la refutación.
Enfermedad intelectual, no cede a ningún tratamiento, salvo la muerte. Es
hereditaria, pero afortunadamente no es contagiosa.
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Paz, s. En política internacional, época de engaño entre dos épocas de lucha.
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Perro, s. Especie de Divinidad adicional o suplementaria, destinada a recibir
el excedente del fervor religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus
encarnaciones más pequeñas y sedosas, ocupa en el corazón de la Mujer el lugar
a que ningún hombre aspira. El Perro es una supervivencia, un anacronismo. No
trabaja, ni hila, pero Salomón en toda su gloria jamás yació todo el día en una
estera, engordando al sol, mientras su amo trabajaba para poder comprar un
ocioso meneo de la cola salomónica y una mirada de tolerante reconocimiento.
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Placer, s. La forma menos detestable del tedio.
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Política, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo
de los intereses públicos en provecho privado.
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Prójimo, s. Aquél a quien no está ordenado amar como a nosotros mismos, pero
que hace todo lo posible para que desobedezcamos.
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Reloj, s. Máquina de gran valor moral para el hombre, que mitiga su
preocupación por el futuro al recordarle cuánto tiempo le queda.
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Rezar, v. i. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un
solo peticionante, confesadamente indigno.
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Suficiente, adv. Todo lo que hay en el mundo, siempre que a usted le guste.
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Temerario, adj. Insensible al valor de nuestros consejos.
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** Escenas Inolvidables **
Cuando lo leas, no te las pierdas.
Fue el décimo de doce hijos de una pareja de granjeros calvinistas extremistas, que criaron hijos resentidos contra el autoritarismo: Ambrose odiaba a todos, menos a uno de sus hermanos. Uno de ellos escapó para convertirse en actor y una de sus hermanas fue a una misión en África y terminó siendo devorada por caníbales. Fue novio de una mujer de más de 70 años, y tuvo un paso trunco por la escuela militar.
Fue soldado durante la Guerra Civil y logró escalar de puestos hasta tener misiones importantes.
Se casó en 1871 y tuvo tres hijos, pero el matrimonio apenas le duró diez años, por considerar que su esposa le era infiel con uno de sus admiradores.
Sus heridas de guerra y su asma le mantuvieron enfermo durante toda la vida, aún así alcanzó a enterrar a dos de sus hijos, uno muerto en una pelea y el otro de congestión alcohólica.
Se tituló como periodista y fue amigo cercano de Mark Twain. Colaboró en diversos diarios y comenzó la publicación de novelas cortas por tomos, principalmente del género del terror.
Su desaparición en México ha inspirado a H.P. Lovecraft y August Derleth para escribir la obra "el que acecha en el umbral". A pesar de las teorías, nunca se tuvo certeza de lo que le sucedió.
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