Desde que conocí a Truman Capote y me enteré de su amistad profunda y hermosa con Harper Lee, quise leer este libro, pero nunca me salía en el sorteo del libro de la semana (porque hago un sorteo con números aleatorios para encontrar al elegido), hasta que este fin de año, que todo salió mal y que quería darme gustitos de último momento, dije "es el momento, hoy no hay sorteo".
Y aunque empieza un poco flojo, apenas agarra ritmo lo vas entendiendo todo.
Nelle Harper Lee nació en Alabama, Estados Unidos, el 28 de abril de 1926, y se despidió de nosotros hace apenas unos años, el 19 de febrero de 2016. Todavía recuerdo cuando vi la noticia en la TV de la sala, y pensé "ahora está discutiendo sus obras con Capote en el cielo de los amigos escritores".
Esa novela fue publicada en 1960 y es tan buena, que la hizo ganadora del Premio Pulitzer, además de dejarla en sequía por 55 años, pues no publicó otra novela hasta 2015, secuela de esta obra.
Harper era hija de un abogado, así que Matar a un ruiseñor tiene tintes autobiográficos. Era introvertida, no daba entrevistas ni le gustaba hacer ruido con su carrera literaria. Fue la mejor amiga de Truman Capote y lo acompañó a la investigación para A sangre fría, y se rumorea que los habitantes querían más hablar con ella que con Capote, por lo que muchas veces su amistad tuvo tintes de celos.
En la obra, Jean Louise Finch es una niña precoz e inteligente, hija de abogado, que junto con su hermano Jem está conociendo el mundo y sus calamidades. Está enamorada de Dill, sobrino de una vecina que sólo los visita durante los veranos. Louise es culta, su criada Calpurnia (que es negra) le ha enseñado a leer y escribir y les ha cuidado como a sus propios hijos desde que la madre de los niños murió, cuando Louise tenía dos años. Es curiosa y no entiende el machismo ni el racismo de la época. Junto con Jem, siente una morbosa curiosidad por Boo, su vecino, que lleva toda la vida encerrado en una gran mansión y que ha provocado decenas de leyendas porque nadie sabe en realidad cómo es. Su padre y tía quieren que sea una dama, que tenga modales y se prepare para ser esposa, pero ella es más bien tosca e independiente, lo que enorgullece a su padre y saca de quicio a su tía. Sabe de términos de leyes y va a los juicios de Atticus, su padre, admirando profundamente su trabajo con Tom, pues cree que todos merecen una defensa justa. No discrimina entre negros y blancos, adinerados o pobres, y siempre apela a la bondad de las personas.
Jem es más apasionado que su hermana: se indigna, se queja, tira golpes. Quiere conocer a Boo y trata de enviarle cartas con una caña de pescar por su ventana. Es terco, reta a su padre, pero también es un hermano amoroso y protector, que nunca deja sola a Louise. Tampoco entiende bien su rol como futuro señor de la casa, pero sí que entiende la discriminación y las injusticias sociales, y las aborrece, las quiere abolir, quiere que todos se respeten y ayuden.
Atticus, el padre de los chicos, es un abogado honesto, brillante y casi retirado. Le dan la defensa de Tom, un negro acusado de violación, y aunque sabe que luchar contra el prejuicio racial es casi imposible, arma apasionadamente su defensa porque cree en la inocencia de su cliente. Trata de dar valores a sus hijos y es un padre amoroso, paciente y noble, que sabe dar el consejo exacto en el momento oportuno. No está de acuerdo con las tradiciones machistas y racistas de su pueblo, y se asegura de que sus hijos entiendan que debe vivirse un cambio. Depende mucho de Calpurnia, su criada negra a la que ha dado el completo manejo de su casa y que trata con mano dura (pero amorosa) a sus hijos, a quienes lleva a la iglesia de los negros para que también conozcan sus raíces y el trato real que hay hacia su gente.
La mansión Radley, vecina de Atticus y los niños, es una vieja casona donde vive un chico a quien apodan Boo (Arthur en realidad) que se presume fue encerrado como castigo tras unirse a una pandilla en su juventud y provocar severos problemas a su familia. Como no van a misa ni socializan con el resto del pueblo (tan pequeño que todos se reconocen por voz), no se les acercan ni les involucran, pero Boo sabe que Louise y Jem le buscan, y entablará extraños modos anónimos de cuidarlos y hablarles.
Los Ewell son una familia pobre del pueblo: el padre, Bob, es un borracho irresponsable que lleva años sin trabajar, pero mantiene a sus nueve hijos con los cheques de beneficencia del gobierno. Levanta la demanda contra Tom por supuesta violación a su hija, pues odia a los negros. Sus hijos no estudian, tienen piojos, andan sueltos por la calle durante el día y andrajosos en su vestir. Están orgullosos de no necesitar nada del pueblo, porque solos se la apañan. Mayela, la hija mayor, es la manzana de la discordia en el juicio. Se siente sola y humillada, y con ello cualquier cosa puede pasar.
Miss Maudie es una vecina mayor que cuida de la inocencia de Louise, Jem y Dill. Les enseña sobre amor, prudencia y comprensión, además de que es la fiel memoria de todo lo que ha pasado en el pueblo. No era fanática religiosa ni la típica mujer esperando a ser salvada por un matrimonio, por lo que su liberalismo era adelantado para la época.
Tom es un negro de edad mediana que es trabajador, humilde y honesto. En un accidente laboral quedó con la mano izquierda indispuesta, colgada como un péndulo. Con orgullo y la frente en alto va a su juicio, aunque tiene miedo porque sabe que ser negro es una debilidad en sus tiempos.
Por último, la tía Alexandra, hermana de Atticus, llega a la casa a cuidar y manejar los modales de Louise y transformarla en la señorita en espera de marido que debe ser. Juzga a todos los vecinos, conoce sus historias turbias y no quiere que sus sobrinos se acerquen a nadie. Atticus no concuerda con sus ideas, pero deja que ella poco a poco se vaya dando cuenta de la dinámica familiar.
Preferiría que disparáseis contra botes vacíos en el patio trasero,
pero sé que perseguiréis a los pájaros. Matad todos los arrendajos azules que
queráis, si podéis darles, pero recordad que matar un ruiseñor es pecado.
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Las personas que están en sus cabales no se enorgullecen de sus talentos.
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Antes de poder vivir con otras personas tengo que vivir conmigo mismo. La única
cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.
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—De modo que tú no eres realmente un ama-negros, ¿verdad que no?
- Claro que lo soy. Hago lo que puedo por amar a todo el mundo… A veces me
encuentro en una situación difícil… Niña, no es un insulto que a uno le den un
nombre que a otro le parece malo. Ello le demuestra a uno lo mísera que es
aquella persona, y no le hiere. Por lo tanto, deja que mistress Dubose se
ensañe contigo. La pobre tiene bastantes problemas para sí.
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Uno es valiente cuando, sabiendo que ha perdido ya antes de empezar, empieza a
pesar de todo y sigue hasta el final pase lo que pase. Uno vence raras veces,
pero alguna vez vence.
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No es necesario que uno explique todo lo que sabe. No es femenino… Y, en
segundo lugar, a la gente no le gusta estar en compañía de una persona que sepa
más que ellos. Les deprime. No transformaría a ninguno, hablando bien; es preciso
que sean ellos mismos los que quieran aprender, y cuando no quieren, uno no
puede hacer otra cosa que tener la boca cerrada, o hablar su mismo idioma.
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—Cuando sea mayor, creo que seré payaso —dijo Dill.
Jem y yo nos paramos en seco.
—Si, señor, payaso —repitió él—. En relación a la gente, no hay cosa alguna en
el mundo que pueda hacer si no es reírme; por lo tanto, ingresaré en el circo y
me reiré hasta Volverme loco.
—Lo tomas al reves, Dill —advirtió Jem—. Los payasos son hombres tristes; es la
gente la que se ríe de ellos.
—Bien, yo seré un payaso de una especie nueva. Me plantaré en mitad del círculo
y me reiré de la gente.
Es hermosa y muy recomendable. Es sensible, realista, emotiva, y puedes identificarte en las emociones de Louise y Jem, o al menos yo lo hice. Las altas expectativas que tuve tanto tiempo fueron reales: entiendo que se haya quedado en silencio después por tantos años.
Por favor, léanla. Y como dice Homero Simpson, aprendan a no juzgar a la gente por su color de piel.
"Las personas que están en sus cabales no se enorgullecen de sus talentos"
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