El maravilloso artista Vincent Van Gogh nació en Zundert, Países Bajos, el 30 de marzo de 1853. Anheló toda su infancia que su madre lo amara como amó a su hermano mayor, muerto, también Vincent. Tardó 39 años en encontrar su verdadera vocación, luego de pasar por un fuerte fanatismo religioso y la incomprensión amorosa con una de sus primas.
Se dedicó a pintar obsesivamente, siendo su mayor apoyo su hermano menor Theo, quien actuó como su mecenas y único amigo: lo mantuvo económicamente hasta el día de su muerte, en 1890, a causa de una herida de bala en el estómago que aún se especula si se propició él mismo, si fue un accidente de muchachos, o si alguien deseaba matarle. Vincent le escribió unas 600 cartas, que la esposa de Theo recopiló y dio a conocer para que el público no le juzgara tan duramente, ya que, aunque no fue famoso en vida como pintor (logrando tan solo vender UNO de sus cuadros), sí fue un hombre a quien se le temía y del que se burlaban, debido a su frágil estado mental.
Las cartas, escritas de 1888 a 1890, registran la vergüenza y culpa que Vincent siente con su hermano, al tratarse de una carga que le evita avanzar. Le hace una descripción detallada de sus obras, que le envía a modo de "pago" por las molestias, indicándole el orden en que deben mostrarse para su mayor apreciación. También le habla sobre su conflictiva relación con su colega Paul Gauguin, con quien vive por un tiempo y cuya relación espinosa termina tan mal, que algunas veces lo acusan de la muerte de Van Gogh.
Theo se convierte en el único que le cree que no está loco, pues el poblado en el que vive firma una petición para internarlo por peligroso e inestable. Se interna varias veces, y sufre intentos de suicidio consumiendo pinturas o petróleo de las lámparas. De grandes sueños y aspiraciones, apagado siempre por las limitaciones de su sociedad y su tiempo.
Enamorado de la naturaleza y el campo, por herencia de su padre, trabaja en unos 800 cuadros y más de 1500 dibujos.
La recopilación de estas cartas demuestra una salud mental deteriorada a falta de contacto significativo, de apoyo en sus adelantadas ideas sobre el arte, y de una depresión progresiva que le hace encontrar en la muerte la única salida a una vida llena de decepciones.
En fin, es preciso
decidirse, querido Theo; las enfermedades de nuestro tiempo no son en suma más que un acto de justicia, si hemos vivido años de salud relativamente buena, tarde o temprano
nos ha de tocar nuestra parte. En cuanto a mí, comprenderás
que no habría escogido precisamente la
locura si hubiera podido elegir, pero cuando a uno le cae una carga semejante,
ya no pesca nada más.
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Siempre pasa que si un interior no está completo sin una obra de arte, un cuadro no lo está tampoco si no hace juego con un ambiente original
y que resulte de la época
en la cual ha sido producido. Y yo no sé si los impresionistas valen más que su tiempo o no valen tanto aún. En una palabra: ¿Hay
almas e interiores de casa más importantes
que lo que ha sido expresado por la pintura? Me siento inclinado a creerlo…
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Bueno, ¿sabes lo que espero, cada
vez que me pongo a tener esperanzas?, que la familia sea para ti lo que es para
mí la naturaleza, los
montones de tierra, la hierba, el trigo amarillo, el aldeano, es decir que
encuentres en tu amor por la gente, no solamente de qué trabajar sino de qué consolarte y rehacerte cuando haya necesidad.
… La vida pasa así, el tiempo no vuelve, pero yo me encarnizo en mi
trabajo, justamente porque sé
que las ocasiones de trabajar no se repiten. Sobre todo en mi caso en que una
crisis más violenta puede destruir
para siempre mi capacidad de pintar.
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