Conocí a Marcela Turati durante mi seguimiento a periodistas independientes para el servicio social. Yo no sabía que existía ese tipo de periodismo, y quedé fascinada. Gracias a ella, y a sus proyectos alternativos, conocí a mentes brillantes que dedican su talento a atenuar un poco el dolor de las madres buscadoras.
Reportaba una tras otra las presentaciones de este libro, hasta que decidí leerlo. Dio una conferencia cerca de mi casa y no pude ir: me partió el corazón. Al final lo pedí en línea como regalo de navidad.
Imperdible.
Ya había leído de varios periodistas "es un libro difícil, crudo, lo tienes que dejar de lado unos días porque es imposible echárselo todo. Duele demasiado". Y así fue.
Reportaba una tras otra las presentaciones de este libro, hasta que decidí leerlo. Dio una conferencia cerca de mi casa y no pude ir: me partió el corazón. Al final lo pedí en línea como regalo de navidad.
Imperdible.
Ya había leído de varios periodistas "es un libro difícil, crudo, lo tienes que dejar de lado unos días porque es imposible echárselo todo. Duele demasiado". Y así fue.
San Fernando es un poblado de Tamaulipas que sufrió en la década de 2010 una serie de secuestros de hombres jóvenes que buscarían suerte cruzando a los Estados Unidos. Estos se dieron en un periodo político delicado para el país, en el que la lucha contra el narcotráfico apenas comenzaba. Marcela fue enviada a documentar una primera tanda, y "el alma se le quedó con esos cuerpos", por lo que dedicó más de diez años a juntar información, misma que plasma en este diario de viaje en el que se encuentran entrevistas a sobrevivientes, familiares, periodistas, empleados y hasta servidores públicos que tenían algo que contar sobre dichos sucesos.
En la historia hay testimonios de padres que te hacen llorar apenas acabas la línea: el cómo reconocen los huesos, los cuerpos mutilados, solo porque la sangre llama y en sus sueños aparecen para decirles que sí, que son ellos.
En la historia hay testimonios de padres que te hacen llorar apenas acabas la línea: el cómo reconocen los huesos, los cuerpos mutilados, solo porque la sangre llama y en sus sueños aparecen para decirles que sí, que son ellos.
También existen testimonios de quienes pertenecieron fugazmente a estos carteles, haciéndonos ver los motivos por los que reforzaron estas masacres, y el entorno social en el que una población (abandonada por sus gobernantes) tuvo que re-adaptarse por miedo y necesidad: una nueva Tamaulipas, en la que jóvenes dejaban la escuela por ser vigilantes, y muchachas se volvían felices amantes de narcotraficantes poderosos, pensando que con ello tenían la vida asegurada.
Es un libro que te prepara en el ámbito forense, con narraciones detalladas y desgarradoras sobre la forma en que fueron torturados, asesinados, desaparecidos y paseados de fosa en fosa por un gobierno atemorizado por mostrar la verdad.
Es un libro que te prepara en el ámbito forense, con narraciones detalladas y desgarradoras sobre la forma en que fueron torturados, asesinados, desaparecidos y paseados de fosa en fosa por un gobierno atemorizado por mostrar la verdad.
Es un libro NECESARIO para todo mexicano: porque el narco está lejos de terminarse, y aun con toda la presión mediática que existe ahora, siguen sucediendo secuestros a migrantes en esa terrible zona fronteriza.
Marcela fue incluso amenazada, se le espió ilegalmente, y sintió miedo, pero su amor por la verdad y por darle un final digno a estas historias la ha mantenido en el camino, tomando como principal arma su gran capacidad periodística, misma que ha guiado a nuevas generaciones a seguir este ejemplo de empatía y solidaridad con las miles de personas que lloran a diario a un familiar desaparecido.
Lo amé. Fue tan perfecto como lo pensé. Y sí, muchas veces tuve que dejarlo de lado porque me daba vueltas en la cabeza todo el día el dolor de sus letras. Y lloré. Mucho. Y me alegré también. Porque es cierto que el amor y la fe mueven montañas, y mientras alguien nos ame, descansaremos seguros, sin importar el tiempo que tarden en encontrarnos. Es un libro para repudiar la injusticia, pero para reforzar los lazos familiares, la esperanza y la unión que a veces parece inalcanzable, pero que el ser humano practica de modo innato, porque al final, todos somos parte del mismo grupo, al que le duelen estas ausencias.
Háganse el favor de leerlo, que pocas veces recomiendo con tanto ahínco un libro.
Marcela Turati es una periodista mexicana nacida en 1974. Formada en la Universidad Iberoamericana, es fundadora del colectivo Periodistas de a Pie, donde trabaja y capacita a periodistas independientes. Se especializa en temas de derechos humanos y narcotráfico. También se encuentra en Quinto Elemento Lab y en el proyecto A donde van los desaparecidos, donde trabaja en la investigación de 72 migrantes asesinados poco antes de comenzar la pesadilla de San Fernando. También ha colaborado con investigaciones sobre los 43 de Ayotzinapa. Y si hablo de sus premios en periodismo, me faltan hojas en este diario...
Síganla, que en serio no se van a arrepentir.
Síganla, que en serio no se van a arrepentir.
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